“¿Volveré a mi vida normal? ¿No me matarán? Es una total impotencia”
“¿Volveré a mi vida normal? ¿No me matarán? Es una total impotencia.”
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“¿Volveré a mi vida normal? ¿No me matarán? Es una total impotencia.”

Una rehén liberada expresó que en cautiverio "todo es impotencia"

Sahar Calderón, de 16 años, cuenta las horas que pasó escondida entre los arbustos y vio a los terroristas perpetrando ataques asesinos, antes de ser capturada y llevada a Gaza.

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Sahar Calderón, una joven de 16 años que fue secuestrada por terroristas de Hamás, el 7 de octubre, y mantenida en cautiverio durante 52 días, describe su experiencia como de total impotencia.
En una entrevista otorgada al New York Times, la joven, cuyo padre todavía está como rehén en Gaza, sostuvo que se preguntaba si alguna vez volvería a ver a su familia. “¿Volveré a mi vida normal? ¿No me matarán? Es una total impotencia”, expresó.
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(Ynet)
En su entrevista, Calderón, que ahora vive en alojamientos temporales en el centro de Israel, lejos de su casa en el Kibbutz Nir Oz, recordó el miedo que sintió, mientras las FDI operaban en la Franja. “Escuché todos los ataques israelíes, bombardeos muy intensos. Muchas veces, me dije que, al final, moriré a causa de los misiles de Israel y no de Hamás. Por favor, paren esta guerra; hay que sacar a todos los rehenes”, añadió.
La última vez que Sahar vio a su padre fue el 7 de octubre, cuando los terroristas atacaron Nir Oz. Ella se alojaba en su casa con su hermano Erez, de 13 años, mientras que su madre, Hadas, estaba en su propia casa en el kibutz. Cuando entraron en la casa de la familia, Sahar escapó con su hermano y su padre por la ventana y se escondió entre los arbustos. Ahí se quitaron la ropa blanca, para que fuera más difícil identificarlos.
Desde ese escondite, cuenta que presenció la masacre en el kibutz. Según su relato, los terroristas de Hamás abrieron fuego, incendiaron casas y saquearon todo lo que pudieron. "Bicicletas, tractores, colchones, refrigeradores, motocicletas, televisores, todo. Los veo con bolsas llenas de cosas", apuntó.
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Sahar Calderón, con su abuela Carmela.
Sahar Calderón, con su abuela Carmela.
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(Ynet)
Pasaron dos horas y sus piernas se entumecieron, después de permanecer arrodillada durante mucho tiempo. "Veo todo esto y pienso: ¿Cómo pasó? Me siento en el monte y sólo rezo y espero que no nos atrapen", añadió. Pero fueron descubiertos y nuevamente tuvieron que huir.
Sahar no pudo alcanzar a su padre y a su hermano y fueron separados. Uno de los terroristas disparó a sus piernas, pero falló, y diez terroristas armados, vestidos de civil, la atraparon. Dos de ellos la subieron a una motocicleta y se dirigieron hacia Gaza.
"La motocicleta atravesó los campos y allí también había miles de terroristas, personas, ciudadanos de Gaza", dijo al New York Times. "Tractores y camionetas, cosas de nuestras casas. Vi muchos niños pequeños y madres de Gaza. Cuando cruzamos a la Franja, la gente viene hacia mí para golpearme; nunca había sentido ese tipo de miedo. Estaba muerta de miedo", recordó.
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"Cuando eres rehén, no sabes nada de lo que sucede afuera."
"Cuando eres rehén, no sabes nada de lo que sucede afuera."
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(FDI)
Fue detenida, separada de sus familiares y no sabía que su abuela, Carmela Dan, y su prima Noya, de 13 años, fueron asesinadas el 7 de octubre. Tampoco sabía qué pasó con su hermano y su padre. "No sabía cuántos rehenes había. Pensé que éramos yo y las personas con las que estaba. No sabía nada sobre quién estaba vivo y quién muerto. También sentí que me habían olvidado", afirmó.
Sahar no quiso dar detalles sobre sus condiciones en cautiverio y se limitó a decir: "Cuando eres rehén, no sabes nada de lo que sucede afuera. Es total impotencia. Las condiciones eran realmente malas. Tenía hambre constantemente y no había nada que pudiéramos hacer”, apuntó.
"No sabía cuántos rehenes había. Pensé que éramos yo y las personas con las que estaba. No sabía nada sobre quién estaba vivo y quién muerto. También sentí que me habían olvidado."
Su padre, Ofer, y su hermano, Erez, también fueron secuestrados en Gaza, pero Sahar no supo nada al respecto durante 51 días. "Me dijeron que regresaría a Israel una hora antes. Estaba segura de que me estaban mintiendo, hasta que vinieron y me llevaron. Reconocí a mi hermano Erez unos momentos antes de que nos entregaran a la Cruz Roja. Me alegré tanto de verlo, que comencé a llorar".
En Israel, Sahar se reunió con su madre, su hermana y su hermano mayor; ahí se dio cuenta de que su padre todavía estaba en Gaza. Ella se preguntó. "¿Está bien? ¿Qué está sintiendo? ¿Con quién está? ¿Cómo lo mantendrán? Sentí que lo había dejado atrás”, exclamó.
Casi un mes después de ser liberados del cautiverio, Sahar y Erez sufren de insomnio y ataques de pánico. "Perdieron su infancia. Tienen miedo de que detrás de cada puerta de la casa haya terroristas", manifestó su madre al periódico. Según ella, sólo el regreso de su padre, Ofer, puede ayudarles a sanar: "Sabemos que está vivo. Lo queremos de vuelta con vida", finalizó.
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