Israel Meir integraba la secta Lev Tahor, una comunidad judía instalada en Guatemala y denunciada en reiteradas oportunidades por secuestro y abuso infantil. Hasta que un día decidió escapar de los tormentos, dejó a su familia atrás y regresó a Israel, en donde recientemente brindó su testimonio en el juicio que se desarrolla contra uno de los líderes de la congregación.
“Fui su secretario personal durante un largo tiempo y por lo tanto sé muy bien lo que hizo. Es una persona muy dominante e influyente en la secta, llegó a golpear niños hasta verlos sangrar”, relató el joven de 20 años poco después de declarar en un tribunal de Jerusalem. “Había que actualizarlo todo el tiempo sobre lo que hacíamos, se necesitaba su permiso hasta para ir al baño”, agregó.
La justicia israelí, en colaboración con las autoridades guatemaltecas, trabajó en los últimos meses con el objetivo de rescatar a decenas de niños que permanecen atrapados en la secta. A fines de septiembre autoridades migratorias mexicanas arrestaron a 17 miembros de Lev Tahor que intentaron ingresar a México a través de la frontera con Guatemala.
“Le hablé al juez desde mi corazón y en representación de esos 200 niños”, señaló Israel. Uno de esos niños es su propio hijo, fruto de una relación forzada. “Me hicieron casar a los 17 años con una chica de 16 y nos obligaron a tener un hijo”, cuenta el joven. “No tuve opción, pero es mi hijo, lo quiero como a nada en el mundo y voy a hacer todo lo posible por él”, agregó.
Sobre la decisión de abandonar la secta, Israel contó: “No le pude decir a nadie, ni siquiera a mi esposa, porque todo funcionaba bajo la órbita de la secta y compartir esa información podía ser peligroso”. A su vez, lamentó que desde su huida no volvió a tener noticias de su hijo: “No tuve ningún contacto, espero que esté bien”.
Además de su pequeño hijo, toda la familia de Israel permanece en Guatemala. “Mis padres y mis cinco hermanos integran la secta, tengo hasta sobrinos, toda mi familia está allá”, lamentó desde Jerusalem.