Agentes de la Policía de Fronteras durante los enfrentamientos con palestinos por la demolición de una tienda en el barrio de Silwan.
Agentes de la Policía de Fronteras durante los enfrentamientos con palestinos por la demolición de una tienda en el barrio de Silwan.
Reuters
Combatientes de la Policía de Fronteras durante disturbios en Lod.

El soldado de la Policía de Fronteras que debe quitarse el uniforme al volver a casa

Un guardia de frontera musulmán, que desde chico vive en Jerusalem Este, día a día debe lidiar con el desagrado que genera su trabajo en el vecindario. "No quiero provocar a nadie, aunque mi padre me dice que debería estar orgulloso", explica el joven soldado.

Meir Turgeman - Adaptado por Juan Martín Fernández |
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Entre los orgullosos graduados del último curso de capacitación de la Policía de Fronteras, la rama de la policía israelí encargada de la vigilancia fronteriza, se encuentra un joven especialmente particular. M (quien prefirió preservar su identidad) es un residente musulmán de Jerusalem Este. Mientras crecía, fue testigo del accionar de las unidades especiales de Israel, ya que a menudo se enfrentaban con sus vecinos del barrio. Y una vez mayor, decidió unírseles.
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Combatientes de la Policía de Fronteras durante los disturbios del martes en Lod.
Combatientes de la Policía de Fronteras durante los disturbios del martes en Lod.
Combatientes de la Policía de Fronteras durante disturbios en Lod.
(AP)
"Vi a las tropas fronterizas interponerse en el camino de esas personas que intentan provocar el caos en nuestras calles. Nunca participé en disturbios, pero cuando cumplí 17 años decidí que quería formar parte de la Policía de Fronteras", cuenta el joven soldado.
Le tomó otros dos años alcanzar su sueño, pero a la edad de 19 años, M se ofreció como voluntario y fue aceptado en el curso de formación. "El primer mes del curso fue el más difícil. Era el mes sagrado del Ramadán y estaba fuera de casa por primera vez en mi vida. Pero me adapté rápidamente. Éramos musulmanes, judíos, cristianos, drusos y circasianos, todos viviendo juntos como hermanos", recuerda.
"No uso mi uniforme cuando llego a casa. Sé que las tropas de la Policía de Fronteras no son muy populares en mi vecindario y no quiero provocar a nadie, aunque mi padre me dice que debería estar orgulloso", explica el mayor de cuatro hermanos, que ya representa un orgullo para su familia.
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Combatientes de la Policía de Fronteras en la escena del ataque en Jerusalem.
Combatientes de la Policía de Fronteras en la escena del ataque en Jerusalem.
Soldados de la Policía de Fronteras en Jerusalem.
(Reuters)
"A mis hermanos más pequeños les gusta la idea de tener un 'luchador' en la familia. Mamá se preocupa mucho, siempre me pregunta si he tenido el tiempo suficiente para comer y dormir", asegura.
Cuando sus compañeros fueron enviados a Jerusalem por los disturbios que llevaron al conflicto de mayo en Franja de Gaza, M se quedó en su base. A sus comandantes les preocupaba que se encontrara en una confrontación con sus amigos y vecinos. "Esto será un desafío en el futuro porque la mayor parte de nuestro trabajo se realiza en Jerusalem", desliza uno de sus oficiales al mando.
Sin embargo, durante los disturbios de mayo en las ciudades mixtas de Israel, M llevó a cabo su misión junto a sus camaradas. "No me preocupo por quién es árabe y quién es judío. Hago mi trabajo, que en su mayor parte consiste en tratar de calmar las tensiones", dice.
Aun así, sostiene que todavía no es el momento adecuado para usar su uniforme de la Policía de Fronteras cuando regresa a casa. No obstante, aguarda el día en que pueda hacerlo sin generar controversias en el barrio. "Espero que ese día llegue pronto", finaliza.
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