La permacultura, cuya difusión comenzó a fines de la década del 70, intenta armonizar la convivencia del planeta con sus recursos naturales a partir de tres premisas: cuidado de la tierra, preocupación por los seres humanos y distribución de excedentes.
Uri Reguev, de 62 años y vinculado profesionalmente a la construcción, descubrió este mundo cuando cumplió sus 50 y cambió su estilo de vida. "Me conecté mucho con la forma de cultivar los alimentos y con el reciclaje", recuerda sobre esa época en la que trabajaba en el moshav Ometz, en la región centro de Israel, a 20 kilómetros de Netanya y 55 de Tel Aviv.
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La casa fue construida en Pardes Hanna, 10 kilómetros al norte de Hedera
(Amit Gosher)
Allí le prestó especial atención a un tambo abandonado y no dudó: alquiló el terreno por diez años, fundó una granja, cultivó su tierra y brindó seminarios relacionados a la permacultura. En ese lapso conoció a Aliza Ashkenazi Hayon, artista y pintora, que admite que en ese momento no conocía nada sobre ese estilo de vida. "Era una ciudadana de Tel Aviv que venía a pasar un tiempo a una granja, pero de a poco la conciencia ecológica entró en mi vida y en mi arte", reflexionó.
Uri y Aliza formaron una pareja y decidieron mudarse juntos. Vencido el alquiler de la granja, compraron un terreno de 770 metros cuadrados en Pardes Hanna, 10 kilómetros al norte de Hedera, y reafirmaron sus convicciones a la hora de planificar la construcción de su casa: el nuevo hogar seguiría los principios ecológicos a través de la utilización del cáñamo como materia prima.
De la familia del cannabis, y con una presencia pequeña del psicoactivo THC, la fibra del cáñamo se utiliza para telas, cuerdas, papel y también para la construcción. Tras una capacitación en Alemania, Uri se tomó un año de licencia de su trabajo y levantaron una casa tras siete meses de obra. De un piso y 180 metros cuadrados, el hogar "está diseñado con la forma de un 'Pacman' para recoger el viento del noroeste", según explica el arquitecto, un amigo de la pareja.
La construcción se basa en hormigón en sus pilares y vigas. Las paredes están moldeadas a partir de astillas de cáñamo (los tallos de las plantas triturados luego de extraer las fibras), mezclados con piedra caliza y agua de pozo. El revestimiento exterior, que debe ser impermeable, es una mezcla de cal, arena y pigmento naranja. "Una casa ecológica no puede ser blanca", se ríen ambos. En su interior, las paredes están recubiertas con loza de barro, arena, piedra caliza y cáñamo. "Son materiales que permiten regular la humedad", explican.
Durante el proceso de construcción la pareja se ocupó también de reutilizar los materiales de la mejor manera posible. "Por lo general, cuando se construye una casa privada, se precisan 4 o 5 camiones para retirar escombros. De aquí salió uno solo y sin llenarse", graficaron.
