Ada y Zavik Rubel ingresaron al Hospital Wolfson en Holon con entusiasmo. En 2014, su hijo, el sargento Banya Rubel, cayó en la Operación Margen Protector en la Franja de Gaza, y hoy inauguraron una habitación de invitados que lleva su nombre en el centro de internados Lev Chabad en el centro médico. Luego de recaudar fondos para la construcción del sitio destinado a albergar a familias de pacientes hospitalizados que residen lejos, el lugar recibió a su primera huésped: una mujer palestina que perdió a su hermano durante un bombardeo del ejército israelí en Gaza en 2008.
"Vamos a ver la habitación preparada en memoria de Banya", dijo Ada antes de dirigirse al sitio. "Es tan emocionante que casi lloro. Para mí es como acercarme a él de una forma muy intensa”, agregó.
El jueves 17 de julio de 2014, Benya ingresó con su batallón a la Franja de Gaza para localizar un túnel construido por terroristas con el fin de entrar al kibutz Sufa.
Como parte del operativo, la fuerza ingresó en un tinglado sospechoso, cuando un terrorista salió de un pozo oculto en el túnel y disparó una ráfaga de balas y el hijo de Ada y Zavik resultó herido. Desde la muerte de Banya, la familia ha honrado su memoria a través de una serie de iniciativas, incluido un proyecto educativo para jóvenes en riesgo de Holon llamado "Achi Banya" (“Mi hermano Baya”). "Todos somos seres humanos y todos buscamos hacer el bien al prójimo", expresó su madre. "Así era Banya”, añadió.
Para la familia Rubel, la inauguración de la habitación que lleva su nombre se produce en el contexto de una semana especialmente intensa. "Su cumpleaños fue hace una semana, y ahora estamos al comienzo del Día del Recuerdo. Obviamente, este no es un momento fácil, pero a pesar de la dificultad, contamos con la ayuda del cielo para curar estas heridas", aseveró.
El rabino Levy Mendelssohn, director de Lev Chabad, explicó el motivo de establecer el centro, después de recaudar donaciones para su construcción. "Nos dimos cuenta de que había personas que no tenían dónde estar porque viven lejos. Nos pasó con mi hijo mayor, y así fue que vimos a muchas personas buscando un lugar para quedarse", afirmó.
En el movimiento jasídico Chabad Lubavitch, impulsor del proyecto, señalaron que el centro está abierto a todas las familias, independientemente de su religión, raza o género. La primera persona en alojarse en el centro fue Sahar Sabra, de 44 años y residente de Gaza, cuya nieto Ibrahim, de 9 meses, está internado en el hospital como parte del proyecto “Hatzel Livo Shel Yeled” (“Salve el corazón de un niño”), a través del cual llegan niños de países del Tercer Mundo y de la Franja de Gaza para que sean sometidos a cirugías del corazón que salvan vidas. El padre del niño no logró recibir un permiso para ingresar a Israel y su madre contrajo coronavirus.
Durante los últimos meses, Sabra sólo se ha ocupado de su nieto. "Antes de venir desde Gaza, nuestra situación era difícil", manifestó la abuela. "Allí, el destino del niño era la muerte. No hay tecnología para tratar su enfermedad", agregó.
Según Sabra, en el Hospital Wolfson "lo recibieron con mucho cariño y le realizaron operaciones para salvarle la vida". Ella ha estado en la institución médica desde noviembre, excepto por un mes que regresó a Gaza para descansar y visitar a la familia. En ese período de tiempo Ibrahim fue sometido a dos cirugías.
Ada y Zavik enfatizan en cada oportunidad que no sienten odio ni resentimiento hacia nadie y que cualquiera puede ser alojado en la sala.
Ada describió la reunión con Sabra como una que "solo un director de arriba podría organizar". Cuando la conocieron después de la primera noche, le estrecharon la mano y le sonrieron. “Sentí escalofríos", indicó Zavik. "No lo podía creer. No soñábamos con que vinieran desde Gaza", añadió.
Ada declaró: "No tenemos nada de odio o ira. Todos somos seres humanos. Dije esto antes de saber quién se quedaría en la habitación. Mi corazón está con ellos, y a mí también me gustaría que cuidaran a mis hijos, dondequiera que estén, de la mejor manera".
Sabra, por su parte, afirmó que “en definitiva somos seres humanos. Le pedimos a Dios que vuelva la paz; que no suframos más y que no haya más guerras”.
A través de uno de los miembros del personal del hospital, Ada y Zavik quisieron comunicar a Sabra que puede quedarse en la habitación. "Quiero agradecerles a los trabajadores del hospital y a la gente de Chabad por la atención y el hecho de que después de meses de tener que dormir en una silla junto a su nieto, ella pueda dormir en la habitación. Banya sonreiría con orgullo", manifestó la madre, visiblemente emocionada.