Ataque de las FDI contra un área de Beirut controlada por Hezbollah durante la segunda guerra del Líbano en 2006.
Ataque de las FDI contra un área de Beirut controlada por Hezbollah durante la Segunda Guerra del Líbano en 2006.
AP
Shalev Butbul: "Cada minuto, cada día, siento que algo me falta en la vida".

A 15 años de la Segunda Guerra del Líbano: hijos de soldados caídos homenajean a sus padres

Como parte de un proyecto especial para conmemorar un nuevo aniversario del conflicto de 2006 entre Israel y Hezbollah, los hijos de los soldados caídos en combate les escribieron cartas a sus padres, a quienes no pudieron conocer y solo les quedaron sus imágenes e historias.

Corinne Elbaz Alush - Adaptado por Leandro Fleischer |
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"Cómo perdí a un padre tan maravilloso"
¿Cómo puedo empezar una carta de estas características? Una carta a un padre que no ha estado conmigo durante 15 años. Una carta a un padre que me ayuda en momentos difíciles aunque no esté físicamente conmigo. Una carta a un padre que no conocí".
"15 años, 15 años desde que mi vida cambió, 15 años desde la última vez que vi a mi padre, 15 dolorosos años de recuerdo, 15 oraciones de duelo, 15 años en los que todos los días, cada minuto, cada segundo, siento que me falta algo en la vida. En pocas palabras, 15 años difíciles”.
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Shalev Butbul: "Cada minuto, cada día, siento que algo me falta en la vida".
Shalev Butbul: "Cada minuto, cada día, siento que algo me falta en la vida".
Shalev Butbul: "Cada minuto, cada día, siento que algo me falta en la vida".
(Gil Nachostan)
"Papá. Nos conocimos por un breve período de tiempo. Fueron solo dos años de los cuales casi no recuerdo nada. Te conozco principalmente por historias. Toda mi vida escuché lo bueno y divertido que eras. Y el único pensamiento que pasa por mi mente es cómo perdí a una persona tan maravillosa, cómo Dios realmente te llevó, papá”.
“Si hay algo que me decepciona en la vida es que no te llegué a conocer. ¿Sabes lo que es vivir con eso? Es levantarse cada mañana y ver tu foto en la pared de la habitación; mirar al cielo en momentos difíciles y hablar contigo, porque nadie me entendería mejor que tú. Voy a tu tumba para hablar contigo. Parece extraño hablar con una piedra, ¿no? Pero en realidad no es una piedra. Es un alma. Es un ser humano. Es mi padre”.
"Hasta hace unos años tenía vergüenza de contar tu historia a la gente. No quería que sintiera lástima por mí. Luego me di cuenta de que se suponía que debía estar orgulloso de tu historia. Saliste a defenderme a mí y a tu país. Tú y tus amigos tuvieron que pagarlo con su vida”.
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Shalev en los brazos de su padre.
Shalev en los brazos de su padre.
Shalev en los brazos de su padre.
(Cortesía de la familia)
"Papá, espero que llegue el día en que me despierte y descubra que todo esto sólo fue un mal sueño. Te amo más que a nada en el mundo. Shalev”.
El sargento mayor Mordechai (Moti) Butbul creció y se educó en Maalot, y tras enrolarse en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) fue asignado como conductor en Shayetet 13 (Unidad de Fuerzas Especiales navales). Al final de su servicio regular, Moti pasó a la Brigada de Paracaidistas para continuar su servicio como reservista. Luego fue llamado a combatir en medio de la Segunda Guerra del Líbano. Murió en uno de los peores incidentes de la guerra: la tragedia del kibutz Kfar Giladi, en el que murieron 12 soldados y reservistas en una zona de reunión, mientras esperaban una orden de entrada al Líbano, por un impacto directo de un cohete Katiusha. Butbul tenía 28 años en el momento de su muerte. Le sobreviven su esposa, Heftzi, su hijo, Shalev, que entonces tenía dos años, sus padres y cinco hermanos y hermanas.
“Espero que estés orgulloso de mí”
"Papá, honramos tu memoria otra vez, y de nuevo muchas personas me cuentan historias sobre ti y me dicen que te recuerdan. Yo, lamentablemente, no te conocí, pero sé por las historias que en los 11 meses que estuviste en mi vida fuiste un padre bueno y cariñoso hasta aquel horrendo día en el que te fuiste”.
"Tu destino era morir por el país que tanto amabas. El país en el que mi hermano y yo crecimos. Moriste en tu lugar favorito, el ejército. En un lugar en el que no tenías que estar, pero sin embargo te ofreciste como voluntario. Siempre dijiste: 'Si nosotros no hacemos el ejército, entonces, ¿quién lo hará?”.
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El bebé Liad Or en los brazos de su padre.
El bebé Liad Or en los brazos de su padre.
El bebé Liad Or en los brazos de su padre.
(Cortesía de la familia)
"¿Quién hubiera creído, papá, que yo, siendo un bebé, daría mi primer paso para conmemorar el mes de tu muerte cerca de tu tumba? ¿Quién hubiera creído tal cosa?".
“Han pasado 15 años desde entonces. Espero que estés orgulloso de mí, papá. De lo que me he convertido. Espero ser el hijo que siempre quisiste que fuera. Que traje la luz a la familia como esperabas cuando elegiste mi nombre”.
"A veces, cuando hay cosas que quiero contarte, las escribo. Esta es una estrofa de una poesía que escribí en tu memoria:
‘Papá, no sabes cuánto todo ha cambiado desde que te fuiste. De pronto descubrí un mundo de dolor, un mundo negro, un mundo lleno de llanto y lágrimas. Papá, papá, vuelve. Prometiste que no morirías. Papá, ¿por qué te fuiste? ¿Por qué no volviste? Caíste como un héroe que está dispuesto a hacer todo para que sus hijos vivan en paz. Entonces, papá, espero que estés bien allí arriba. Nosotros te amamos y te extrañamos. Para mí y para todos tú eres un héroe. Gracias, papá'”.
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Liad Or: "Espero ser el hijo que siempre quisiste que fuera".
Liad Or: "Espero ser el hijo que siempre quisiste que fuera".
Liad Or: "Espero ser el hijo que siempre quisiste que fuera".
(Yariv Katz)
El teniente Shmuel (Shmulik) Halfon creció y fue educado en la ciudad de Jaffa. En el ejército, primero se alistó en el Cuerpo de Tecnología y Mantenimiento y luego pasó a servir en la Brigada de Paracaidistas. Halfon, que era reservista, también murió en la tragedia del kibutz Kfar Giladi. Tenía 42 años en el momento de su muerte. Lo sobreviven su esposa, Iris, y tres hijos: Aaron (Ron), Gil y Liad Or, que tenía 11 meses cuando mataron a su padre.
“La vida sin papá es una pesadilla sin fin”
"Papá. Una palabra tan poderosa que todo niño aprende en sus primeros pasos en la vida. Pero nosotros, tus hijos, no hemos tenido el privilegio de aprenderla y ni siquiera la pronunciamos ni una vez desde que llegamos al mundo. Dondequiera que escuchamos esa palabra, sentimos un pellizco en el corazón, no por envidia, sino porque sentimos que algo nos falta y mucho dolor”.
"¿Qué se puede escribir sobre una persona que nunca conocimos? Mientras escribimos, no podemos describir ni un poco cuánto nos haces falta en nuestras vidas. Crecimos sin ti todos estos años, y en cada paso que dimos miramos al cielo y te pedimos que nos guiaras”.
“Un extraño no entenderá cuánto la vida sin un padre es una pesadilla sin fin. Todos los días rezamos para que te veamos entre nosotros, pero al mismo tiempo comprendemos que es imposible, lamentablemente”.
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Wassim y Yihad con la foto de su padre.
Wassim y Yihad con la foto de su padre.
Wassim y Yihad con la foto de su padre.
(Gil Nachustan)
“Papá, no llegamos a conocerte, pero cada vez que te mencionan nos asombra saber por lo que nos cuentan los demás lo especial que eras y tus buenas cualidades. Eso nos enorgullece a pesar del dolor y la inmensa carencia”
"¿Cómo puedo explicar a los demás lo que es crecer sin un padre? No importa cuánto lo intentemos, nunca seremos capaces de describirlo con precisión, pero se puede decir que es como un corazón sin pulso pero sigue latiendo por la ayuda de dispositivos electrónicos”.
"Querido padre, para el mundo eres un soldado heroico, pero has dejado un enorme vacío en nosotros que nunca podrá llenarse”
"Descansa en paz. Todos esperamos que nos veas desde arriba, que nos cuides y que estés orgulloso de lo que hemos hecho hasta ahora".
El sargento Wassim Nazal nació y creció en la aldea drusa Yanuh. Sirvió en las FDI como conductor de ambulancia en la Unidad 300 y como jefe de choferes. Wassim murió en un incidente en la frontera libanesa cuando la organización terrorista Hezbollah emboscó y atacó dos vehículos militares. Dos soldados reservistas fueron secuestrados en el hecho: los difuntos sargentos Ehud Goldwasser y Eldad Regev. Wassim tenía 27 años en el momento de su muerte. Le sobreviven su esposa, Achmal, que estaba en el tercer mes de su embarazo, y un hijo, Yihad, que entonces tenía un año y medio. Su otro hijo, Wasim, nació unos seis meses después de la muerte del soldado y recibió el nombre de su padre.
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