Tzvika Samuel
Tzvika Samuel es instructor en un gimnasio
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Antes y después: Tzvika bajó 70 kilos

El gran cambio de Tzvika: adelgazó 70 kilos sin cirugías

Víctima de acoso escolar, durante su etapa en el ejército decidió un drástico cambio de hábitos. Hoy es abogado e instructor de educación física.

Ynet |
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Tzvika creció en Givat Shmuel, localidad en la que vivió durante los 29 años que lleva de vida, y que también fueron años de lucha contra su sobrepeso. Pero ese combate lo está ganando: bajó 70 kilogramos gracias a un fuerte cambio de hábitos alimenticios, sin necesidad de ninguna cirugía. "Mucho tiempo fui gordo. No quería ir a la piscina, sufría de acoso escolar, y como mecanismo de defensa me enojaba. Era más fuerte y grande que todos, pero no podía perseguirlos", cuenta sobre su infancia difícil, que incluyó intentos frustrados con nutricionistas, acupunturistas y grupos de apoyo desde los ocho años. "Cada método nuevo que se lanzaba al mercado, mis padres eran los primeros en anotarse", recuerda.
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Antes y después: Tzvika bajó 70 kilos
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"Además es mucho más difícil hacer dieta y ser religioso, ya que hay muchas tentaciones con las comidas: las cenas de shabat, los dulces en la sinagoga, las comidas en cada fiesta", enumera el joven que llegó a pesar 152 kilos cuando terminó el colegio secundario, previo a enrolarse en el ejército. Fue justamente durante esa etapa en las FDI cuando su vida y su cuerpo comenzaron a cambiar. "Debieron unir dos cinturones para que me entrara el uniforme, y ahí tomé la decisión de perder peso. Empecé a hacer largas caminatas, de noche para que los vecinos no me vieran, y corté todo tipo de ingesta de carbohidratos: papa, arroz, pastas y pan", rememora. "Los kilos empezaron a bajar, era como si el cuerpo estuviera feliz de deshacerse de ellos", describe Tzvika, que de esa manera logró bajar 60 kilogramos en nueve meses. Tiempo después, cuando comenzó a estudiar derecho y trabajar como instructor de acondicionamiento físico, redujo los 10 kilos restantes.
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Tzvika abandonó los carbohidratos y apostó por la actividad física
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El sacrificio corporal también fue social, aunque él lo considera una inversión: "Renuncié a salidas con amigos para cuidar mi forma física. A los 19 años parece que no comer un shawarma es el fin del mundo, pero luego tiene su encanto, porque de repente las personas te miran, te tratan bien", asegura. Además, destaca una serie de beneficios que aprecia en cada segundo en su vida cotidiana: "Estoy más alerta, necesito menos horas de sueño. En la escuela secundaria me costaba mucho el estudio, pero la carrera de derecho la terminé antes que todos."
Pese a sus visibles logros, Tzvika es consciente de que la lucha no terminó. "Inclusive hoy tengo mucho miedo al efecto bola de nieve, temo permitirme una comida y que una cosa me lleve a la otra", admite, aunque considera que la parte más difícil del camino ya está recorrida: "Aprendí a mirar la comida de nuevo. Me gusta, cocino mucho, y me di cuenta que una dieta no debe ser un castigo. Como más fresco, saludable y delicioso", celebra.
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