Torres Gemelas
Atentado a las Torres Gemelas de Nueva York.
AFP
Colección de elementos personales de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Hasta que tengas una tumba: los objetos que dejaron las víctimas del 11-S

Un teléfono destruido, una licencia de conducir, lentes rotos, zapatos manchados con sangre. Hasta hoy se siguen buscando más de 1.100 cuerpos de asesinados en los atentados del 11 de septiembre de 2001 en EE.UU. Una exhibición de sus pertenencias funciona como un sitio de conmemoración para sus seres queridos.

AP - Adaptado por Tom Wichter |
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Durante casi seis años la billetera destrozada de Andrea Haberman estuvo guardada en el cajón de la casa de sus padres en Wisconsin, prácticamente sin que nadie la tocara. Junto a ella estaba su teléfono, la licencia de conducir, tarjetas de crédito, un talonario de cheques y las llaves de su casa.
Estos objetos de uso cotidiano son los vestigios de una vida joven que terminó cuando el primer avión se estrelló contra la torre norte del World Trade Center de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Haberman tenía entonces 25 años, acababa de comprar una casa en Chicago y estaba a punto de casarse con su novio Alan.
Era la primera vez que Andrea viajaba a Nueva York. Lo hizo por motivos de negocios y encontró la muerte: el avión impactó exactamente contra el piso en que ella estaba, y no le dejó ninguna posibilidad de sobrevivir. Meses después los equipos de rescate encontraron algunas de sus pertenencias y fueron entregadas a su familia.
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Museo 11-S
Museo 11-S
Colección de elementos personales de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
(AP)
Pero los objetos tenían el olor a la muerte y guardarlos provocó mayor dolor a sus familiares. “No eran objetos felices, de esos que uno quiere utilizar para recordar a alguien”, explica Gordon Haberman, el padre de Andrea. Así fue que decidieron donarlos al Museo del 11-S de Nueva York que recuerda a las víctimas del ataque terrorista, del que se cumplen 20 años.
La colección de objetos de Andrea se exhibe en el Museo del 11 de Septiembre junto a otras 22 mil pertenencias personales de las víctimas y sobrevivientes de los atentados terroristas. Carteras, pasaportes, guantes de béisbol, zapatos, ropa y anillos conforman un mosaico humano de vidas perdidas e historias de supervivencia.
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Teléfono Museo 11-S
Teléfono Museo 11-S
El teléfono celular que pertenecía a Andrea Haberman.
(AP)
"Cada uno de los muertos en el ataque terrorista dejó una vida entera detrás”, afirma Jean Ramírez, curadora principal del museo y directora de la colección de elementos personales. “Sabíamos que los que perdieron a sus seres queridos iban a necesitar un lugar para recordar a esa persona que un día se fue y nunca regresó a casa”, explicó sobre el origen del proyecto.
Los objetos de la colección fueron rescatados de las ruinas de las Torres Gemelas, donadas por sobrevivientes o entregadas por familiares de asesinados. Entre ellos hay un destornillador, una barra de carpintero y un cinturón de herramientas que pertenecía a Sean Rooney, vicepresidente de la empresa Aon y cuya actividad favorita era realizar artesanías los fines de semana. Sean murió en la torre sur del World Trade Center y su familia donó su set de carpintería a modo de homenaje.
“No eran objetos felices, de esos que uno quiere utilizar para recordar a alguien”, explica Gordon Haberman, el padre de Andrea. Así fue que decidieron donarlos al Museo del 11-S de Nueva York que recuerda a las víctimas del ataque terrorista, del que se cumplen 20 años.
Antes de morir, atrapado entre el fuego y el humo en el piso 105 del edificio, Sean tuvo tiempo de llamar a su esposa, Beverly Eckert, para susurrarle un “te amo” y recordar los hermosos días que habían pasado juntos. Es una de las 2.753 personas que murieron ese día y, como ocurrió con más de 1.100 de esas víctimas, sus restos todavía no fueron identificados.
Beverly, la esposa de Sean, murió ocho años después en un accidente de avión. Antes de morir había clasificado todos los objetos que consideraba que podían contar la historia de su esposo, como el kit de carpintería que reflejaba su actividad preferida. “Tenemos una tumba para visitar a ella, pero para él no, y por eso sus objetos adquieren un significado especial, son la prueba tangible de que esa persona habitó este mundo”, expresó Margot Eckert, hermana de Beverly.
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11-S Sean
11-S Sean
Sean Rooney y Beverly Eckert.
(AP)
Robert Chin es recordado por su familia como un hombre al que le encantaba jugar al softbol. Todos recuerdan un día de gloria que vivió con su equipo, cuando sus compañeros le firmaron una pelota con mensajes de felicitaciones y buenos deseos. Entre los firmantes estaban Pedro Francisco Chaco y Ruben Askilin, asesinados junto a Chin en las torres gemelas. La preciada pelota que guardaba en su casa hoy pertenece a la colección del museo.
No todas las donaciones al museo pertenecían a personas que murieron el 11-S, sino que también hay objetos entregados por sobrevivientes. Linda Reisk López, por ejemplo, cedió los zapatos de tacones altos manchados de sangre con los que escapó de las torres gemelas y salvó su vida.
Al momento del ataque Linda estaba en el piso 97 de la torre sur. Se le salieron los zapatos mientras huía por la escalera y decidió caminar descalza entre los escombros. Camino a los muelles del río Hudson, cuando se sintió a salvo, volvió a calzarse y los zapatos se mancharon con la sangre de sus pies heridos.
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Torres Gemelas
Torres Gemelas
A 20 años de los atentados en las Torres Gemelas de Nueva York.
(AP)
La exposición de los objetos es rotativa por la dificultad que implica exhibir todo al mismo tiempo. Lo que no se ve en el museo está guardado en filas y filas de estantes cargados, en cajas llenas de tragedia y memoria.
“Cada pieza donada es parte de un rompecabezas. La preservación de estas piezas tan pequeñas, tangibles e importantes realmente permite a las personas conectarse con la historia.”, reflexiona Ramírez.
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