Siete años de trabajo diario, una inversión de 1,5 millones de shekels, miles de voluntarios, todo se borró en media hora. Ella Dyches y Lavlov Malinkov, una pareja de unos 30 años, establecieron una granja ecológica en la zona del Mar de Galilea, cerca del asentamiento de Yavneel, llamada "Jardín de la Vida", un espacio que se convirtió en una isla de paz y cordura para miles de visitantes de todo el país.
Hace dos semanas, en una región que no sentía la guerra con Irán con gran intensidad en comparación con el resto del país, un motor interceptor que cayó en el lugar lo quemó todo hasta los cimientos.
"Fue bastante irónico", dice Dyches. "Nosotros, en el norte, no sentimos mucho estos combates. Los misiles iraníes no estaban dirigidos a nuestra zona y, sin embargo, al final fuimos golpeados muy duramente. Alrededor de las 4:30 p.m., hubo gritos y un motor interceptor cayó a unos 50 metros de la granja y quemó todo, incluidos los 10 dunams de nuestro paraíso."
–¿Cómo lidian con esta destrucción?
–Fue un evento insoportable para nosotros, y me parece que todavía estamos en estado de shock y nos cuesta comprender el hecho de que el trabajo de nuestra vida ha sido completamente destruido.
"Media hora de fuego y todo desapareció".
La pareja no sólo perdió su proyecto de vida, sino que también vivieron allí y se quedaron sin techo, ropa y equipo esencial, y por supuesto, sin ingresos. Y como si todo esto no fuera lo suficientemente impactante, la compleja y agotadora burocracia se acumula en el fondo.
–¿Dónde está el impuesto predial en todo este evento?
Malinkov: "Todavía los estamos esperando. Contratamos a un abogado y hacemos todo lo posible para que nos atiendan. Desafortunadamente, desde el principio entendimos que probablemente no éramos su máxima prioridad".
"Una isla de paz y cordura"
Paso a paso, en un proceso que tomó años, recrearon el significado de la conexión con la tierra. El comienzo fue en una ladera desolada en la que construyeron una próspera granja con una rica biodiversidad, un huerto y un exuberante huerto. Cavaron, plantaron, construyeron y escucharon a sus corazones, junto con miles de voluntarios que vinieron de todo el país para ayudar a operar el lugar que sirvió como hogar para muchos ciudadanos: estudiantes, estudiantes de escuelas y preparatorios, terapeutas, familias y israelíes comunes que querían encontrar significado, inspiración y curación para sus corazones y almas.
"Este es un espacio diseñado para inspirar al público israelí", dice Melinkov. "Un lugar que se supone que conecta al hombre con la tierra y brinda seguridad en la vida y el medio ambiente, y todo esto a través de una conexión directa con la naturaleza. Y con esta confianza, creemos que el hombre puede ser más vital y beneficioso para el medio ambiente".
Dyches: "Queríamos crear una isla de cordura en nuestra muy compleja realidad en Israel, y lo logramos, hasta que se hizo extensa".
l lugar se caracterizó por una política única: un espacio libre de sustancias adictivas y que alteran la mente como el alcohol, el café, el tabaco y cualquier tipo de droga. "Un espacio que hace que la gente quiera dejar el teléfono y la televisión, y centrarse en la naturaleza y el medio ambiente y, a través de eso, en ellos mismos", señala Dyches.
Más de 100.000 shekels en dos días
Dos días después del incendio, los miembros lanzaron una campaña de crowdfunding para ellos. La reacción fue conmovedora y sorprendente. "En el dolor y la conmoción iniciales, al principio no pudimos hacer nada", comparte Melinkov. "Los miembros abrieron una solicitud de donaciones: para ropa, para un abogado, para un tasador, para todo lo necesario para que pudiéramos alejarnos de esta pesadilla por un momento y poder ver el evento desde un ángulo diferente".
Los resultados superaron todas las expectativas: "En dos días, reicibmos más de 100.000 shekels, y recibimos mensajes emotivos de personas que nos pedían rehabilitar el lugar y restaurar el espacio que existía, y esto nos dio mucho impulso para reconstruir la granja", describe.
–¿Te sorprendieron las donaciones?
–La verdad es que no. Tenemos una gente increíble, y estamos muy felices por cada donación y esperamos que nuestra historia también toque a aquellos que nos están viendo ahora, y juntos podamos reconstruir la granja y nuestra visión, y devolver a la vida el espacio que sirvió de inspiración para tantas personas.
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La granja después del fuego. La idea no sólo es rehabilitar lo que fue sino crear un espacio aun mejor.
(Ynet)
Malinkov: "El espacio físico puede haber sido quemado, pero el corazón, el espíritu y las raíces siguen siendo los mismos. La ayuda y los mensajes emocionales que recibimos de los miles de socios que formaron parte de la guardería –o de aquellos que quieren formar parte de ella, y para quienes es importante que siga existiendo– nos dan una fuerza enorme, y gracias a ellos no caemos en depresión y logramos pensar con optimismo".
El dinero recaudado a través de la campaña de donaciones está destinado a reconstruir el "Jardín de la Vida", rehabilitar la casa, comprar equipos para reemplazar el que se quemó, reconstruir el negocio y brindar apoyo legal para lidiar con la burocracia.
"Estamos aquí para reconstruir no sólo lo que fue, sino para construir mejor", dicen con voz decidida. "Cada contribución es una gota de vida, de corrección, de esperanza".
First published: 12:48, 06.07.25