El 11 de mayo de 1960 agentes del Mossad secuestraron al jerarca nazi Adolf Eichmman a pocos metros de su casa en San Fernando, cerca de Buenos Aires, en un operativo histórico de los servicios de inteligencia de Israel.
Eichmann fue un criminal de guerra de alto rango, cercano a Hitler, organizador y responsable de la “Solución Final” que llevó a la muerte a millones de judíos durante el Holocausto. Tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial fue capturado por el ejército de Estados Unidos, pero se escapó de su lugar de detención y en 1950 consiguió ingresar a Argentina bajo una identidad falsa.
“Un momentito, por favor”, fue la frase de Peter Malkin, el oficial elegido para acercarse a Eichmann y de esa manera iniciar una parte importante del operativo que llevó semanas de investigación. Ese paso decisivo lo realizó con guantes de cuero porque, según el propio Malkin contó hace 20 años al diario argentino Clarín, se negó a “taparle la boca con mis manos a quien dio la orden de asesinar a mi hermana”.
Rafi Eitan, líder de esa brigada de ocho agentes del Mossad, falleció en marzo del año pasado pero dejó su legado sobre aquel famoso operativo. “Sabíamos que todos los días caminaba desde su casa en la calle Garibaldi hasta la parada de autobús que lo llevaba al trabajo, ida y vuelta, y decidimos atraparlo en ese trayecto”, le contó a Ynet hace varios años.
“Organizamos la emboscada con un automóvil en el que se escondían algunos agentes a excepción de uno, y un segundo auto esperaba a 100 metros”, relató y puntualizó sobre un imprevisto: “Ese día al horario habitual se cerraron las puertas del autobús y Eichmann no estaba. Como suele ocurrir en estos casos, el resto del equipo sugirió que nos fuéramos y volviéramos otro día para no ser descubiertos, pero les dije que esperaríamos al próximo autobús”.
Una vez divisado el objetivo, Rafi Eitán describió que uno de los agentes advirtió que Eichmann caminaba con una mano en el bolsillo y eso podía significar que tuviera un arma. Por eso, en lugar de tomarlo por el cuello, Malkin lo atrapó por las manos. “Eichmann logró resistirse y ambos cayeron al suelo, así que desde el auto salté con otro compañero y logramos acostarlo en la parte trasera del vehículo”, recordó Eitan.
Algunas crónicas de la época indican que eran las 19.15. Otras, que el reloj marcaba las 20.20. Seis décadas después poco importa: era el anochecer de un otoño en una calle oscura de los suburbios de Buenos Aires, y la fuga de uno de los mayores criminales de guerra de la humanidad había llegado a su final.
Tras un viaje de pocos kilómetros, los agentes y su objetivo llegaron a una casa alquilada para tal fin. Allí el Mossad realizó los primeros estudios antropométricos e interrogatorios para confirmar la identidad del hombre capturado, y en ese sitio lo mantuvieron cautivo durante nueve días, hasta que pudieron subirlo clandestinamente a un vuelo de El Al y trasladarlo a Tel Aviv.
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"Ese era mi trabajo", se justificó Eichmann ante uno de sus captores, cuya hermana había sido asesinada en la Shoá
(AFP)
En esos días de espera, y pese a las órdenes de sus superiores, Malkin no pudo resistir a la tentación de conversar con el responsable de la muerte de su familia. Así recordó el oficial su diálogo con Eichmann en la citada entrevista a Clarín:
Malkin: “Quiero preguntarle por su hijo, con el que le he visto jugando, lo he visto abrazado tantas veces. ¿Por qué él está vivo, mientras que el hijo de mi hermana, que tenía los mismos ojos azules y cabellos rubios como su hijo, está muerto?”
Eichmann: ”Él era judío, ¿no? Ese era mi trabajo. ¿Qué podía hacer yo? Yo era un soldado. También usted es un soldado. Usted me vino a capturar. Está siguiendo una orden”.
Malkin: "No puede comparar la orden que me dieron a mí con la suya.”
Eichmann: ”Yo no maté a nadie, sólo fui responsable por el transporte de la gente.”
Malkin: "Pero ¿a dónde los llevaste? A los campos de concentración, a sus muertes. Había mujeres, niños, mi hermana, sus hijos. ¿Esos eran sus enemigos?”
El 20 de mayo de 1960 el Mossad logró sacar a Eichmann de Argentina. Un año después fue juzgado y condenado a la pena de muerte por sus crímenes contra la humanidad. Sus restos fueron incinerados y arrojados en el mar Mediterráneo, fuera del territorio israelí.
