Ninguno de los enviados israelíes imaginó que el viaje al suroeste de Australia se convertiría en una celebración tardía de Bar Mitzvá para un hombre de 73 años. Pero la vida trae sorpresas, y también historias que parecen sacadas de películas.
Los enviados de los movimientos Torah Mitzion y Bnei Akiva salieron a caminar y recolectar arándanos entre bosques y viñedos cerca de la ciudad australiana de Dinamarca, en una granja familiar llamada The Denmark Berry Farm.
El propietario principal del lugar, James Lillywhite, se acercó al grupo a darles la bienvenida y a preguntar cómo estaban. El hombre les dijo que era originario de Alemania, y cuando los jóvenes le dijeron que eran de Israel, respondió con indiferencia: "Mi madre alguna vez fue judía".
El grupo israelí trató de entender a qué se refería, y el granjero reveló una dura historia familiar. Lillywhite era hijo de una mujer sobreviviente del Holocausto que estuvo alojada en un campo de desplazados en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. La mujer emigró luego a Gran Bretaña, donde conoció a su marido. Después de que su matrimonio fracasara, regresó junto a su hijo a Alemania y de ahí viajó a Australia, cuando James ya tenía 15 años.
"Como muchas personas que vivieron cosas difíciles en esos años, mi madre también sufrió un trauma. Se volvió paranoica y nunca me mencionó nada sobre su judaísmo. Muchas veces tuve que llevarla a un hospital psiquiátrico y dejarla allí hasta que se calmara”, relata Lillywhite sobre la difícil situación de salud mental de la madre.
Lillywhite creció en un entorno cristiano. El pasado judío de su madre le fue revelado por casualidad, cuando su hijo emprendió un viaje a sus raíces. "Mi hijo viajó a Estonia para investigar la historia familiar. Fue a Tallin buscando documentos e información sobre las raíces de la familia. Allí descubrió que mi madre se había cambiado el apellido. Cuando me lo contó, me sorprendió", cuenta.
Lillywhite nunca había imaginado que un encuentro casual en su granja lo conectaría con el pasado familiar. "Lo conocimos en medio de un campo de arándanos”, dice Moti Naveh, enviado del movimiento juvenil Torah Mitzion. "Cuando nos dimos cuenta de que había un judío frente a nosotros que no era consciente de su judaísmo, fue un momento de shock”, advierte.
Le preguntaron si sabía que, según la Halajá, él también era judío y si alguna vez había oído hablar del "Bar Mitzvá". "Intercambiamos miradas", continúa Naveh, "y uno de nosotros, Uriel Tachover, fue corriendo a buscar sus tefilín al auto”.
Sesenta años después de cumplidos sus 13 años, el hombre festejaría su Bar Mitzvá. “Después de bailar y celebrar, nos dijo que estaba emocionado y nos agradeció la oportunidad de acercarse al judaísmo”, señala Naveh.
"Siempre me ha interesado mucho la filosofía, y cuando era adolescente tenía un deseo ardiente de comprender la naturaleza de todas las religiones, así que sabía lo que era un 'Bar Mitzvá'", dijo Lillywhite al grupo de enviados tras la celebración.
"Esta es una de las experiencias más extrañas que he vivido", admitió Lillywhite. "Lo compartí con mi esposa. No estaba muy seguro de cómo me sentía al respecto. Supongo que cualquier contribución que cualquiera pueda hacer a un mayor entendimiento mutuo entre los seres humanos tiene necesariamente un buen resultado”, concluye
