La modelo y actriz sudanesa Monica Josef escapó con sus padres de su país, devastado por la guerra, cuando sólo tenía ocho meses. Tras un arduo viaje por Egipto, consiguió llegar a Israel. Pero, incluso ahora, más de una década después, sigue teniendo que prorrogar su visado de estancia temporal cada cuatro meses.
Cada vez que se dirige a renovar su visa, la vida de esta joven de 22 años pende de un hilo: ¿Volverá ese mismo día a su apartamento alquilado en Tel Aviv o tomará un avión de regreso a Sudán? Josef se está haciendo un nombre como modelo y actriz, a pesar de su difícil infancia, con un papel en una popular serie para adolescentes y una aparición en un largometraje, que pronto se estrenará.
Pero nunca olvida lo afortunada que es, ya que empezó su vida en un camino que sólo podía conducir a más dolor. "Mis padres y yo huimos de Sudán a Egipto durante la guerra", cuenta. "Vivimos allí siete años, donde trabajaban como limpiadores o cuidadores de niños, haciendo trabajos muy exigentes físicamente que no les permitían prestarnos mucha atención", agrega.
Su hermano Michael, tres años menor que ella, es autista y Josef se quedaba en casa para cuidarlo. En un momento, su madre agarró a los niños y se marchó a Israel sin informar a su marido. "Fue una de las cosas más duras que viví en mi vida porque dejaba atrás todo lo que conocía, sin darme cuenta de que no iba a volver. Viví en la incertidumbre durante tres días, mientras mi madre no me explicaba nada".
Pero el peligroso viaje había dejado huella. "Al tercer día de camino, uno de los beduinos contratados para pasarnos de contrabando por la frontera apuntó con una pistola a mi hermano, que no paraba de llorar porque estábamos dentro de un contenedor oscuro y sellado. El hombre le dijo a mi madre que echara a mi hermano o le dispararía. Mi hermano dejó de llorar, pero aquellos fueron los tres minutos más largos de mi vida. Entonces me di cuenta de que estábamos en peligro", recuerda.
Los contrabandistas beduinos los dejaron cerca de la frontera egipcio-israelí y se llevaron todas sus pertenencias como pago. "Nos quedamos sin nada. Mi madre me dijo que tenía que ser fuerte, no mirar atrás y correr hacia la alambrada. Cuando empezamos a correr, los soldados egipcios abrieron fuego. Oí gritos y disparos. Daba miedo", suma al relato.
"Cuando cruzamos la frontera, se nos acercó un soldado de las FDI. Sabía que era amable porque me ofreció comida". Tras entrar en Israel, Josef y su familia pasaron cuatro meses detenidos en un centro del sur de Israel y luego vivieron un año en la ciudad de Arad, antes de llegar a Tel Aviv. "Fui a la escuela y a mi hermano lo ingresaron en una guardería para niños con necesidades especiales. Dos años después, los asistentes sociales me inscribieron en un internado".
Su madre sufría depresión, alcoholismo, episodios maníacos y tendencias suicidas, y pegaba a su hija. "Intenté huir y me quedé en la calle a los nueve años. Dormía en casa, pero me iba a primera hora de la mañana", recuerda.
Josef cuenta que, mientras vivía en el sur de Tel Aviv, estaba rodeada de delincuentes, drogas y prostitución. "Pensé que no tenía otro futuro. Vi lo que era ser indigente. Me ofrecían dinero por sexo. Un coche se paraba cerca de mí y el hombre me preguntaba cuánto cobraba por hora. La mayoría de esos hombres eran viejos y blancos y algunos eran religiosos", manifiesta.
"Pensaban que estaba bien parar a una niña de nueve años y preguntarle cuánto cobraba por sexo. Me dije que nunca quería estar en esa situación".
A los 11 años, Josef fue matriculada en un internado del norte de Tel Aviv, donde empezó a relacionarse con otras niñas de su edad. "De repente tenía cosas que hacer, cantaba en un coro y me daban una paga. Ahorraba el dinero, no quería malgastarlo al principio, pero cuando me dieron dinero la segunda vez, compré muchos caramelos".
Mientras tanto, su madre tuvo otro niño y más tarde dio a luz a una niña. Pero su depresión empeoró e intentó suicidarse en repetidas ocasiones. Josef se vio obligado a faltar a la escuela para cuidar de sus hermanos pequeños. Finalmente, y después de que continuara el abuso de alcohol y drogas, los bebés fueron retirados del cuidado de la madre y colocados en un hogar de acogida. "Me sentía responsable de ellos, así que acudí a las autoridades sociales", explica.
Tras nuevos intentos de suicidio y un mayor deterioro, su madre murió hace dos años y medio. "Sentí que una parte de mí también había muerto", dice. "Ella era el centro de mi vida, y sentí que no tenía ningún propósito en la vida cuando se fue. Tardé un año en asimilar su muerte. Escuchaba grabaciones de voz de ella para dormirme".
Josef dice que lo que la hizo seguir adelante fue su hermano Michael. "Cuando le dije que mamá había muerto, empezó a llamarme 'mamá' y supe que tenía que mantenerme fuerte por él. Elegí vivir", dice.
El modelaje le llegó tras un encuentro casual con Sheli Gafni, una conocida modelo y maquilladora que la convenció para que lo intentara. A los 18 años firmó un contrato con la agencia de modelos "Yuli". Josef dice que su papel en la serie juvenil Sky fue una oportunidad para tratar la historia de su vida sin miedo ni vergüenza. Interpreta a una extraterrestre y toda la temporada trata de la aceptación de los demás y la temática del racismo adaptada a la edad.
"Conozco el miedo a no ser aceptada por el color de la piel, o a que algunas personas no me quieran por mi procedencia. Sky se pregunta por qué la gente ve estigmas y actúa con los demás en función de su color de piel", explica. "Hay una escena en la que mi personaje intenta devolver un reloj de pulsera a la mujer blanca que lo olvidó y al instante sospechan que lo ha robado. Tratan estos temas de forma cómica, pero el mensaje de que estas cosas ocurren a diario llega".
Josef dice que el racismo también tuvo efectos en su vida amorosa. "Salí con alguien durante mucho tiempo, pero él nunca quería que le acompañara cuando quedaba con su grupo de amigos. Decía que allí no tendría a nadie con quien hablar y que ellos nunca habían hablado con gente como yo. Nunca dijo explícitamente "negros", sino "alguien como tú". Cuando hablábamos de que yo conociera a sus padres, decía: 'Mis padres nunca han conocido a alguien como tú, no sé si lo aceptarán'. Nunca se decía abiertamente, el racismo suele estar oculto. Hay mucha ignorancia en la sociedad israelí y reticencia a hablar de la gente que es diferente", dice.
A pesar de la cómoda situación de Josef en Israel, dice que intenta no pensar en la posibilidad de que no le renueven el visado, obligándola a regresar a Sudán. "Cuando tengo que renovar el visado, es en lo único que pienso. Pienso en cómo es posible que en un momento pueda rodar un episodio para un programa de televisión y asistir a reuniones con grandes marcas, y al siguiente enfrentarme a la posibilidad de que me envíen a Sudán", afirma, añadiendo que la vida allí no sería más que una lucha por la supervivencia.
Josef afirma que los destacados elementos de extrema derecha del nuevo gobierno le hacen temer por el futuro de quienes buscan refugio en Israel. "Cuando vi que habían elegido a este gobierno, me quedé helada. Resurgieron todos mis temores, pero no hablo mucho de esto. Hoy no presto atención a la política porque no tiene nada positivo que ofrecer".
"Hay ignorancia en parte de la política israelí e intento bloquearla. Me siento como en casa en Israel, es mi espacio seguro. Conocí a mi pareja hace medio año, y él sólo me ve como Mónica, y eso es lo único que le importa", sostuvo.
