Las calles de Gaza abarrotadas, llenas de baches y a menudo contaminadas, son difíciles, especialmente para los niños que intentan llegar a la escuela.
Para aquellos que viven demasiado lejos o que son muy jóvenes para hacer el viaje a pie, y demasiado pobres para pagar un autobús, Loay Abu Sahloul tiene una alternativa confiable, aunque lenta: su carro tirado por burros.
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Loay Abu Sahloul lleva a los niños a la escuela en su carro tirado por burros.
(Ibraheem Abu Mustafa)
Cada mañana, este palestino de 33 años silba tres veces para convocar a sus pasajeros, la mayoría de ellos preescolares, desde sus hogares en el campamento de refugiados de Khan Younis. A veces hasta 15 niños trepan a bordo del carro tirado por un burro.
Las ganancias son escasas. Pero Abu Sahloul, quien dice que ser conductor de burros es el único empleo disponible para él debido a una condición neurológica, ve el trabajo como un servicio social.
"Estas familias están en condiciones financieras difíciles. Toda la situación en Gaza es pobre", expresó Abu Sahloul. Cobra cinco shekels (u$d 1.3) por mes por cada niño.
Los autobuses escolares, por el contrario, cuestan al menos 40 shekels al mes.
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Niños que viajan hacia la escuela en un carro tirado por un burro.
(Ibraheem Abu Mustafa)
Sin embargo, el carro tirado por burros puede ser peligroso. Los niños están expuestos y a veces hasta se han caído.
"No puedo permitirme enviar a mi hijo en un autobús. Mi corazón se rompe cada vez que lo veo a él y a los otros niños en el carro", dijo Intissar Al-Araj, uno de los padres que usan el servicio de Abu Sahloul.
"Una vez se cayó del carro y se lesionó la pierna. Rezo a Dios para que mis hijos puedan tomar un autobús", se esperanzó.
