A., de 44 años, casada y con tres hijos, es una destacada ejecutiva en una gran empresa. En los últimos años, A. termina con una copa de vino el día agotador debido al trabajo, las tareas relacionadas con la casa y los niños. En ocasiones toma dos copas. A veces más. De vez en cuando también agrega un vaso de whisky o de vodka. Los fines de semana es posible que vacíe una botella entera en una noche. Aparentemente esto está bien. ¿Qué tiene de malo terminar el día con una bebida que alivia las tensiones y hace bien al alma?
El caso de A. es típico y representa a muchas personas normales, y no necesariamente marginales. Gente que funciona perfectamente bien en la sociedad. Pero adicta.
A veces resulta difícil verlo de esta manera y reconocerlo porque la imagen de alcohólicos que tenemos en la cabeza se parece a la que de los drogadictos que andan dando vueltas por la calle. Pero en la actualidad, el alcohol se ha convertido en algo popular, un símbolo de estatus, algo recreativo. Cuanta mayor es la presión para tener éxito, mayor es la necesidad de escapar, una necesidad a la que el alcohol responde.
Según numerosos estudios de los últimos años, se puede ver que por un lado que el consumo de alcohol está relacionado a beneficios para la salud, y por otro lado sabemos que se trata de una bebida que crea adicción, y puede ser tóxica y dañina. Muy confuso. A fin de poner un poco de orden, comencemos por decir que el efecto del alcohol es una cuestión individual, que cambia de una persona a otra, y por supuesto depende de la cantidad de alcohol de la que se trate.
¿Qué es el alcohol?
El ingrediente activo de todos los tipos de alcohol es el etanol, un componente tóxico que emborracha. El alcohol se produce a partir de levaduras que descomponen el azúcar en el material de origen, lo que determinará el tipo de bebida alcohólica que resultará. Por ejemplo, las uvas para la producción de vino, y cereales para la producción de cerveza. El alcohol es uno de los productos psicoactivos más populares del mundo. Tiene un enorme efecto en la mente y en el estado de ánimo de las personas.
Al disminuir la consciencia que se tiene de sí mismo, así como los sentimientos de vergüenza y miedo, el alcohol puede estimular a las personas a tener comportamientos negativos que no son característicos en estado de sobriedad.
Hay dos tipos de grandes bebedores: los que beben todos los días una cantidad que está por encima de lo estándar; y los que beber una cantidad grande de una sola vez, lo que se suele conocer como “binge”, un atracón.
El papel del hígado
El hígado es un órgano especial y excepcional, con cientos de funciones vitales y esenciales.
Una de estas es descomponer y neutralizar las sustancias tóxicas que llegan a nuestro organismo. Una de esas sustancias es el alcohol, la cual se descompone en el hígado, exponiendo al órgano directamente a los daños que causa el alcohol. La actividad de la enzima que descompone el alcohol en el hígado depende del sexo de la persona, la edad y el grupo étnico al que pertenece, lo que hay que tomar en cuenta.
Hay una serie de enfermedades del hígado que son consecuencia del consumo de alcohol. La primera que aparece es la enfermedad del hígado graso, que se caracteriza por un aumento de la grasa en las células del hígado. El hígado graso se desarrolla en forma gradual, sobre todo en personas que beben más de 15 mililitros de alcohol al día, en la mayoría de los casos sin síntomas cuando el fenómeno es reversible.
4 צפייה בגלריה
Si el alcohol lleva a una mala calidad de vida, probablemente se trate de una adicción.
(Pixabay)
Por su parte, en el caso de los bebedores que consumen grandes cantidades al día, o quienes se dan “atracones”, pueden producirse inflamaciones e infecciones del hígado, y en casos más graves se dañan sus células, y en estas aparece un tejido en forma de cicatriz que lleva a un estado grave e irreversible denominado cirrosis. En la cirrosis avanzada, la única solución es un trasplante de hígado.
El efecto del alcohol en el cerebro
El consumo de alcohol en grandes cantidades tiene una serie de efectos negativos en el cerebro:
A corto plazo, el etanol produce daños en la comunicación entre las neuronas, y como consecuencia aparecen numerosos síntomas de borrachera. Beber dándose un “atracón” puede causar la pérdida de memoria o una amnesia temporal, pero el consumo crónico causa daños a largo plazo, lo que puede llevar a demencia en la edad adulta.
En casos severos, el alcohol puede causar un daño cerebral los suficientemente grave como para afectar la capacidad de la persona de tener una vida independiente. El consumo excesivo de alcohol causa accidentes de tráfico y laborales, así como violencia.
Pese a todo lo dicho, es importante recordar que se ha demostrado que el consumo moderado de alcohol está asociado a una reducción de la demencia en adultos mayores y otras enfermedades. Las personas que sienten ansiedad y depresión tienden a beber alcohol para aliviar las tensiones y mejorar el estado de ánimo, ya que el alcohol produce placer y alivia el estrés, la frustración y la ansiedad, y mejora la imagen que uno tiene de sí mismo. Pero se trata solamente de un alivio pasajero, que dura algunas horas. Cuando se termina ese efecto y la persona vuelve a estar sobria, todo vuelve al estado anterior, y se produce un círculo vicioso.
4 צפייה בגלריה
El alcohol puede afectar la capacidad de la persona de tener una vida independiente.
(Shutterstock)
El efecto en el peso
El alcohol es unos de los elementos que tiene la concentración calórica más grande después de la grasa: un gramo de alcohol contiene siete calorías, en tanto que un gramo de grasa contiene nueve, y un gramo de proteína o de hidrato de carbono contiene cuatro.
La cerveza contiene una cantidad de calorías similar a todas las bebidas dulces, con un elevado contenido en azúcar por miligramo de bebida, en tanto que el vino tinto contiene el doble de calorías.
Estudios que analizaron la relación entre el alcohol y el sobrepeso dieron resultados diferentes según los hábitos y las preferencias a la hora de beber. Beber en forma moderada tuvo como consecuencia una reducción de peso.
El alcohol y enfermedades crónicas
En estudios e investigaciones se ha demostrado que el consumo leve a moderado reduce la morbilidad, mientras que el consumo excesivo aumenta el riesgo de enfermedades cardiacas y diabetes tipo 2.
El riesgo de enfermar de cáncer aumenta sea cual sea el grado de consumo de alcohol. Se trata sobre todo de cáncer bucal y de garganta, dado que las células de la boca y de la garganta están expuestas a los efectos nocivos del alcohol. También aumenta el riesgo de cáncer de colon, de hígado y de mama.
Adicción
Hay una serie de factores por los que determinadas personas pueden volverse adictas: su historia familiar, el sexo, la medida de sensibilidad al alcohol, el medio ambiente y la sociedad, una predisposición genética y el estado de salud mental. Cuando existe una necesidad constante de aumentar la dosis de alcohol, es probable que se trate de una adicción, pero lo importante es el impacto del alcohol en la vida de la persona: si el alcohol la lleva a una mala calidad de vida, probablemente se trate de una dependencia, es decir, de una adicción.
Y si se bebe, ¿qué clase de alcohol es menos dañina? Qué se bebe es menos importante que la cantidad que se bebe. Pero se demostró que el consumo de vino tinto está asociado a una serie de beneficios para la salud más que cualquier otra bebida alcohólica. Y esto se debe al elevado nivel de antioxidantes que contiene. Los beneficios se producen únicamente en el caso de un consumo moderado.
¿Cuál es la cantidad diaria aconsejada?
En general, el consumo moderado se define como una bebida estándar: una al día en el caso de mujeres, y dos en el de los hombres. El consumo excesivo supone beber más de tres bebidas estándar al día en el caso de las mujeres y más de cuatro en el de los hombres. Además, es importante recordar que darse un “atracón” es una forma peligrosa y dañina de beber.
A diferencia del consumo de proteínas o hidratos de carbono o grasa, la mayor parte del alcohol se absorbe ya en el estómago, aun antes de llegar al intestino, por lo que cuando se consume alcohol con el estómago vacío se absorbe muy rápido en la sangre, lo que afecta al cerebro muy rápidamente.
Actualmente no existen suficientes pruebas que permitan recomendar qué cantidad se puede beber en forma habitual, por lo que quien no bebe más vale que no comience a hacerlo.
Shiri Nakash
Nutricionista clínica
