Niños con celular
Esos pocos instantes en los que nos detenemos y sacamos fotos, antes de empezar a comer, pueden hacer milagros.
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Sacar fotos impide comer en forma automática y espontánea. Se debe pensar antes de de comer.

Sacar fotos antes de empezar a comer puede hacer que se ingiera menos comida

Estudios demuestran que es bueno para la salud. ¿Cómo ayuda a mantener el peso y a llevar una vida saludable en general?

Yael Dror - Adaptado por Beatriz Oberlander |
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Vivimos en un mundo en el que muchas personas, antes de sentarse a comer, toma el teléfono celular y saca fotos desde distintos ángulos al plato que tiene adelante. Después de sacar las fotos, utilizan diversos filtros y las comparten en las redes sociales. Habrá quienes digan que esto es irritante y molesto, y otros que pensarán que en realidad eso le da un matiz emocionante a la experiencia gastronómica (sobre todo si las fotos reciben muchos “me gusta”).
Pero, más allá de compartir las fotos en las redes sociales y poner al tanto a los demás acerca de lo que he comido, ¿podría ser que fotografiar los alimentos también ayude en la dieta? ¿Es que puede ser una herramienta importante que nos ayude a controlar las cantidades que ingerimos, a comer menos, a fomentar opciones saludables y a lograr adelgazar?
El uso del teléfono celular para sacar fotos a la comida se ha extendido mucho en los últimos años en todo el mundo por efecto de las redes sociales. Facebook, Instagram, Snapchat y otras aplicaciones similares se basan en nuestro deseo de compartir las imágenes y las historias que hay detrás. La conocida frase “una imagen vale más que mil palabras” sin duda cabe aquí y creó con los años una cultura de fotos de comida en la que cualquiera puede convertirse de la noche a la mañana en un blogger, en un chef o en un diseñador de imagen en el campo de la alimentación, con millones de seguidores.
En realidad, conviene sacar fotos a la comida no sólo para compartirlas y recibir “me gusta”. Todo indica que esta costumbre tiene además claros beneficios que nos pueden ayudar a comer menos, a ser conscientes de lo que entra en la boca e incluso a cambiar los hábitos alimentarios y que éstos sean más saludables. En los últimos años se llevaron a cabo varios estudios que analizaron el poder de la fotografía y de documentar en un diario personal lo que comemos cada día para el éxito en una dieta.
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Fotos de la comida
Fotos de la comida
Sacar fotos impide comer en forma automática y espontánea. Se debe pensar antes de de comer.
(Shutterstock)
Detener el automatismo
Una de las cuestiones a la hora de crear hábitos alimentarios saludables y de controlar las cantidades que comemos es la capacidad de detenerse y pensar si uno realmente necesita toda esa comida (y ese tipo de alimentos) con la que hemos cargado el plato. Muchas personas comen por costumbre, por distracción o por automatismo.
Esos pocos instantes en los que nos detenemos y sacamos fotos, antes de empezar a comer, puede hacer milagros. Una de las consecuencias es que se interrumpe el automatismo a la hora de comer y permite pensar y mirar desde afuera (por medio de la foto) la cantidad y calidad de los alimentos. Esta interrupción momentánea, que puede demorar unos pocos segundos, permite en la práctica tomar mejores decisiones sobre nuestros hábitos alimentarios. Por ejemplo, permite pensar: “¿es que realmente necesito y tengo que comer otra porción de pizza?” Y entonces se consiguen tomar mejores decisiones, aplicar la razón y no comer por inercia.
En el año 2018, el periódico The New Scientist publicó una investigación en la que se analizaba cómo el hecho de sacar fotos a la comida todos los días puede influir en los hábitos alimentarios. Los autores de la investigación –la catedrática Lydia Zepeda y David Deal– estudiaron a 43 personas, a quienes les pidieron que durante una semana sacaran fotos y anotaran todo lo que comieran. El estudio demostró que la necesidad de fotografiar la comida hizo que los participantes se detuvieran antes de empezar a comer, lo que redujo el nivel de automatismo. Esto llevó a una disminución de la cantidad de golosinas y de refrigerios de quienes participaron en el estudio porque impidió que estuvieran distraídos a la hora de comer. Los participantes declararon al final del estudio que, dado que tenían que sacar fotos de todo lo que comían, se detenían y pensaban antes de decidir si comerían algo determinado.
Un mayor control sobre las cantidades
A mucha gente le cuesta calcular la cantidad de alimentos que come. La dificultad está en calcular la cantidad de alimentos en relación con lo que necesita su organismo para mantener un peso adecuado y/o adelgazar. La dificultad es especialmente grande cuando se come afuera de casa o cuando se compra comida para llevar. Según un estudio, cuando la gente registra a diario la cantidad de alimentos que ingiere, muchos se equivocan e informan de una cantidad un 40 por ciento menor de la cantidad que en realidad comieron.
Ese error, el de calcular la cantidad que comen, puede llevar a un aumento de peso y/o a sentirse frustrados cuando ven que no adelgazan pese a que creen que se cuidan en lo que se refiere a la cantidad adecuada de alimentos. También cuando le llevan el registro de comidas diarias al o a la dietista clínica o nutricionista, los profesionales –en consecuencia– no podrán detectar el error ni guiar a los pacientes a cambiar las cantidades. Por lo tanto, muchos profesionales de la alimentación sana les piden ahora a sus pacientes que saquen fotos, además de anotar lo que comen, y en algunos casos en lugar de anotar.
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Fotos de la comida
Fotos de la comida
Esta interrupción momentánea, que puede demorar unos pocos segundos, permite en la práctica tomar mejores decisiones sobre nuestros hábitos alimentarios.
(Shutterstock)
Cambio en los hábitos de comida y elecciones más saludables
En el estudio de Zepeda se vio que sacar fotos a la comida alentó a las personas a cambiar los hábitos de alimentación y a elegir alternativas más sanas. Funcionaba o hacía las veces de poderoso “espejo” a la hora de elegir los alimentos, y permitió a los participantes ver cuáles fueron las opciones menos sanas a lo largo del día. Este aumento de la concientización a través de imágenes a la hora de comer al parecer animó a los participantes en el estudio a buscar mejores alternativas para el organismo como parte de la rutina diaria de alimentación.
Mejor fotos que anotar
El estudio de Zepeda también descubrió que las personas que sacaron fotos a la comida pudieron rastrear mejor la cantidad de comida que habían ingerido. Mejor que en los registros escritos de alimentación. Zepeda y los demás miembros del equipo de investigación señalaron que, puesto que el registro diario de alimentación por escrito se hace en general varias horas después de la comida y no inmediatamente después de ésta, sirve menos para concientizarse respecto de las cantidades que se ingieren en comparación con sacar la foto de la comida en el momento mismo.
Por supuesto que quien quiera combinar ambas cosas puede servirse de las fotos para complementar el registro diario de lo que se come durante el día o al final de éste.
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Registro de la comida
Registro de la comida
Registro diario de lo que se come. No siempre la gente es exacta en lo que respecta a las cantidades.
(Shutterstock)
Aplicaciones del registro diario de lo que se come
Hoy en día se pueden encontrar aplicaciones con las que es posible sacar fotos a los alimentos y obtener un análisis nutricional completo de los componentes de cada comida.
Suena sencillo e ingenioso usar una herramienta de este tipo, pero es importante saber que también puede tener algunos inconvenientes y no ser precisa. La aplicación no siempre identificará la comida en forma exacta, por lo que es importante estar alerta a los errores. Por ejemplo, cuando se saca una foto a una pieza de sushi, la aplicación no necesariamente sabrá distinguir si se trata de arroz blanco o de arroz integral.
También, al identificar el tipo de queso, la aplicación no sabrá si se trata de un queso crema o de un queso blanco de untar con el 5 por ciento de grasa. Habrá que introducir esos datos en forma manual para calcular la comida con la aplicación, a fin de que sea exacta y refleje fielmente lo que se come en realidad. La aplicación tampoco sabrá identificar la cantidad y calidad del aceite que se añade a una ensalada, por lo que habrá que ingresar los datos en forma manual.
En el año 2016 se llevó a cabo en Estados Unidos una investigación de la aplicación llamada “Lose It” en colaboración con los institutos nacionales de salud de ese país. El objetivo era analizar la influencia que tenía sacar fotos por medio de esa aplicación en el éxito del proceso de adelgazamiento. Los resultados de la investigación mostraron que cerca del 73 por ciento de quienes participaron en el estudio y que usaron imágenes de alimentos por medio de la aplicación adelgazaron de manera más que significativa.
Sensación de saciedad y satisfacción
Muchas personas comen no porque tengan realmente hambre. Están aburridos y buscan algo que hacer. No están interesados en nada, y también buscan algo que comer. Sacar fotos a la comida puede ser la respuesta a todos estos problemas sin necesidad de comer en realidad esos alimentos. El uso de diferentes técnicas para fotografiar comida puede ser una ocupación muy creativa, y al mismo tiempo puede brindar una sensación de satisfacción y placer.
Estas sensaciones positivas pueden incluso reducir la necesidad de comer el primer bocado. Por supuesto, no nos referimos a una situación en la que tenemos hambre fisiológica real. Se trata de situaciones en las que la comida responde a otra necesidad. Muchas personas pueden testificar que tomar imágenes bonitas de comida puede producir una sensación de “saciedad”, y puede de hecho reducir la cantidad de calorías diarias que se ingieren por los logros y las satisfacciones, que sustituyen el sentimiento de frustración.
Es importante recordar
El proceso de adelgazamiento no es fácil, y el monitoreo permanente de la cantidad de calorías diarias y de la calidad de los alimentos que se ingieren es difícil y agotador a lo largo del tiempo. En un mundo donde muchas personas sacan fotos de comida y las suben a las redes sociales, el uso de la fotografía de alimentos puede ser una herramienta maravillosa que nos puede ayudar a adelgazar de manera sana de varias maneras:
-Permite el uso de aplicaciones que calculan el valor nutricional de cada porción para nosotros y también permite comprender cuántas calorías realmente estamos consumiendo, además de realizar un seguimiento de los valores nutricionales de las porciones.
-Fomenta cambiar los hábitos alimentarios y elegir alimentos más saludables.
-La satisfacción y el disfrute de la fotografía de alimentos pueden reducir la necesidad de comer realmente.
-Poner fin al automatismo en lo que respecta a la comida. Incluso si uno se detiene unos pocos segundos para sacar fotos, esto tendrá un efecto muy importante en cuanto a nuestra decisión acerca de comer y cuánto.
-Ser más conscientes de lo que comemos, y pensar si realmente necesitamos la cantidad de comida que hemos puesto en el plato.
-Saber mejor las cantidades de comida que ingerimos. La foto como “espejo” del volumen de lo que consumimos.
-Sacar fotos puede reducir el hecho de comer distraídos, y constituye un buen recordatorio de lo que hemos comido a lo largo del día.
-Es más efectivo que un registro escrito porque se hace en tiempo real y no al final del día.
Entonces, la próxima vez que piensen en hacer un cambio con vistas a comer más sano, así como adelgazar, vale la pena que borren las fotos que tienen en la memoria del teléfono celular y comiencen a fotografiar a partir del próximo bocado.
* Yael Dror es dietista clínica y fisiológica (con una maestría en Ciencias)
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