El método de “tiempo fuera” sirve para alejar al niño del lugar en el que se comportó en forma agresiva, y para algunos padres supone mandar al niño a su cuarto durante algunos minutos para que “piense”. Pero según un nuevo estudio que se llevó a cabo en Estados Unidos, el método no le hace daño al niño a corto ni a largo plazo. Un psicólogo israelí señaló al respecto que, en todo caso, “es preferible utilizarlo como acto educativo, y no como castigo”
El nuevo estudio, que se llevó a cabo en la Universidad de Michigan, tuvo como objetivo analizar si esos temores están justificados. En la investigación participaron 1.400 familias cuyos hijos tenían 3, 5 y 10 años de edad. Los investigadores analizaron las relaciones entre los padres y sus hijos, así como la salud mental y la capacidad de socializar de los niños, y lo hicieron por medio de juegos, de observación y de analizar cómo actuaban ante la computadora.
Los investigadores vieron que no había ninguna diferencia entre el nivel de ansiedad y de depresión, así como en el nivel de autocontrol en los padres que utilizaron el método de “tiempo fuera” en comparación con los padres que no lo utilizaron. Pero cuando los castigaban pegándoles, los niños se volvieron más agresivos. Y en el caso de los padres que informaron que estaban deprimidos, los niños tendieron a desarrollar síntomas de ansiedad y depresión, así como una conducta agresiva.
1 צפייה בגלריה


Estudios demuestran que el 80% de los castigos impuestos por los padres luego no son cumplidos
(Ynet)
“Los padres se preguntan todo el tiempo si hacen lo correcto con los hijos”, indicó la Dra. Rachel Knight, que encabezaba el equipo del Hospital Infantil de la Universidad de Washington. “Muchos estudios ya demostraron hasta qué punto es efectivo el método de “tiempo fuera” para disminuir los problemas de conducta, cuando se lo utiliza correctamente. La clave para su uso correcto es tener calma, ser consecuentes, crear un ambiente positivo, planificar el proceso con antelación y evitar los gritos”.
Poner límites y no perder los estribos
“Es preferible no utilizar este método como castigo”, señaló el psicólogo infantil Shai Jen Gal, que tiene un doctorado en ese campo. “Una vez que se opta por ese método como acto educativo, su influencia positiva en el niño es mucho mayor. En vez de gritarle al niño y de echarlo mandándolo a su cuarto, es preferible alejarlo simplemente del lugar y explicarle qué es lo que hizo mal”.
Según Jen Gal, el castigo ha de aplicarse más tarde y no enseguida, mientras el niño está teniendo un comportamiento agresivo. “Diversos estudios han demostrado que el 80% de los padres no cumplen en absoluto los castigos que le impusieron al hijo en la situación problemática. Es preferible pensar en un castigo apropiado y educativo, en lugar de gritarle y amenazar con castigos a diestra y siniestra”.
Entonces, ¿cómo hay que actuar cuando el niño se comporta de manera negativa, tiene berrinches o dice cosas ofensivas? Para Jen Gal, “es importante ponerle límites al niño, y no perder los estribos. No hay que sentirse mal ni estresarse por temor a que el niño ‘haga barbaridades’. Se lo puede interrumpir abrazándolo por detrás, con una intensidad moderada, que cuida su integridad y no lo lastima, y al mismo tiempo le impone límites. Hay que aclararle al niño qué fue lo que hizo mal, y hablar de ello después, aplicando un castigo educativo en el que hayáis pensado a fondo y con tranquilidad”.