La enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa están en ascenso en Israel, donde la cantidad de casos en niños se duplicó desde 2015, según muestra un estudio que posiciona a Israel entre los países con mayor número de pacientes.
La investigación, realizada por el profesor Dan Turner junto con cuatro grandes organizaciones de salud israelíes, revela que enfermedades inflamatorias intestinales (EII) son 2,5 veces más prevalentes que en 2006.
El estudio reveló también que 0,5% de los israelíes, o 512 personas cada 100 mil, sufren de enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa, enfermedades inflamatorias incurables del sistema digestivo. Las dos enfermedades se manifiestan como dolor estomacal, diarrea y pérdida de peso, y la de Crohn puede afectar el crecimiento de los niños.
Los síntomas son recurrentes y el tratamiento debería apuntar a controlar la enfermedad y prevenir episodios severos que puedan llevar a más problemas, como el cáncer.
El profesor Turner cree que, pese a una caída en los casos de Crohn y colitis en países occidentales, una combinación de genética y estilo de vida son responsables del incremento de padecientes.
Una predisposición genética entre judíos de ascendencia europea es la principal responsable, según Turner, pero alto estándar de vida, mejor higiene, comida industrializada, contaminación aérea y uso de químicos son factores contribuyentes.
El estudio del profesor Turner muestra que las chances de que un judío ashkenazi de clase media o media alta contraiga una EII es de casi el 1%, y eso, dice, no tiene precedente.
Como resultado del incremento de pacientes, se reportó una preocupante frecuencia de uso de esteroides. En el norte de Israel, el 28% de pacientes de colitis fueron tratados con estas hormonas al menos una vez entre 2014 y 2018, mientras que al 30% de pacientes viviendo en el sur se les prescribió un tratamiento de este tipo durante el mismo período de tiempo.
Pacientes con acceso a medicina más avanzada, la mayoría residentes del centro del país, tienen más posibilidades de que les den un tratamiento biológico menos dañino.
Los esteroides se deberían prescribir cuando la enfermedad aparece por primera vez para controlar la inflamación, pero el tratamiento biológico debería administrarse para prevenir el daño que el uso prolongado de estos puede causar.
La Fundación Benéfica Helmsley, que promueve investigaciones médicas y de salud, donó U$S 3.300.000 para el estudio.
