Luego del operativo militar del jueves en Jenín en el que murieron 9 palestinos, la mayor cifra de víctimas fatales palestinas en un mismo operativo en los últimos 20 años, la Yihad Islámica disparó una decena de cohetes desde la Franja de Gaza hacia territorio israelí.
No se registraron víctimas israelíes durante el ataque que encendió las sirenas en la zona de Ashkelon. El sistema aéreo de defensa Cúpula de Hierro interceptó cuatro de los misiles. Otros tres cayeron en áreas abiertas o explotaron en el espacio aéreo israelí. Y los restantes, se estiman que tres o cuatro, no alcanzaron a cruzar la frontera y cayeron dentro de la Franja de Gaza.
Tariq Salami, portavoz de la Yihad Islámica, se refirió a los cohetes disparados en las últimas horas: “El acto de medianoche, y los que siguen, son parte de un mensaje. El enemigo debe tener cuidado porque la sangre palestina no es barata”, afirmó.
En respuesta al disparo de misiles, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) bombardearon dos objetivos de Hamás, el grupo terrorista que gobierna en Gaza: un sitio subterráneo de producción de cohetes y una base militar definida por el ejército israelí como “uno de los centros más importantes de la actividad terrorista de la organización”. Yoav Galant, ministro de Defensa de Israel, declaró que instruyó la “preparación de acciones ofensivas hacia objetivos de alta calidad, en caso de que sea necesario seguir actuando hasta que se restablezca la calma para los ciudadanos de Israel”.
Más allá de la respuesta militar, por el momento Israel no tiene intención de cerrar el cruce de Erez por el que cada día ingresan palestinos desde Gaza para trabajar en territorio israelí, ni el cruce de Keren Shalom por el que entran y salen mercaderías del enclave palestino. Los ingresos de los miles de palestinos que trabajan en Israel mejoran la situación económica de los residentes gazatíes y, a ojos de las FDI, ayudan a calmar la zona. Hamás también se beneficia de esta situación y busca preservar ese statu quo.
En la noche del jueves, tras el anuncio de la Autoridad Palestina sobre la finalización de los mecanismos de coordinación con Israel en materia de seguridad, aterrizó en Israel el director de la CIA, William Burns. El viaje del jefe de la inteligencia estadounidense estaba previsto antes de que se desaten las últimas tensiones entre israelíes y palestinos. Su agenda en Israel incluirá reuniones con el primer ministro Benjamín Netanyahu y con David Barnea, jefe del Mossad; y también con el presidente palestino Mahmoud Abbas en Ramallah. Además, la próxima semana Israel recibirá a Antony Blinken, secretario de Estado de EE.UU, funcionario que también se reunirá con las dos partes del conflicto.
Respecto al cese de la coordinación de seguridad con la AP, desde Jerusalem señalaron que existen otros canales de coordinación con los palestinos y adoptaron una política de no “rogar” el diálogo directo con Ramallah. El objetivo es que los palestinos también vean el efecto negativo que les genera cortar el diálogo con Israel. Estados Unidos se opuso a la medida palestina y presiona a la Autoridad Palestina para que retroceda en su decisión. El tema formará parte de la agenda de Burns y Blinken con Abbas. “Veremos en una semana cómo están las cosas, se estima que la coordinación volverá lentamente”, vaticinan funcionarios de seguridad israelíes.