Horas después del anuncio de la formación de un nuevo gobierno israelí, crecen las tensiones y las presiones de parte del bloque de partidarios del primer ministro Benjmaín Netanyahu, a través de manifestaciones y hasta amenazas sobre parlamentarios de derecha que integrarán la posible coalición.
Alrededor de 200 personas se convocaron a la tarde en la puerta de la casa de Nir Orbach, el parlamentario de Yamina que todavía no garantizó su voto en la Knesset a favor del gobierno que liderarán Naftalí Bennett e Yair Lapid, y que deja una puerta abierta para que la fórmula no sea aprobada.
Si bien la coalición anunciada ayer incluye 62 mandatos de ocho partidos, la falta de apoyo de Orbach y Amichai Shikli, otro legislador de Yamina que se distanció de su partido, le quitaría al gobierno la mayoría necesaria para su oficialización, que exige de al menos 61 votos favorables.
“Detén esta locura, es el momento, debemos recuperar nuestra identidad”, exigió uno de los oradores de un acto que contó con la presencia de funcionarios del Likud, el partido liderado por Netanyahu. En las inmediaciones del lugar también se convocaron unos 20 partidarios del nuevo gobierno que portaban carteles que decían, entre otras cosas, que “la derecha y la izquierda se niegan a ser enemigos”.
A su vez, en la noche del jueves se desarrollaba otra protesta, en este caso en el domicilio de Ayelet Shaked, parlamentaria de Yamina y principal socia política de Bennett. El partido de extrema derecha Sionismo Religioso organizó el transporte desde diferentes puntos del país hacia la residencia de Shaked en Tel Aviv.
Por otra parte, tal como ocurrió con otros parlamentarios en los últimos días, continúan las amenazas violentas contra importantes funcionarios del gobierno entrante. Gideon Saar, desertor del Likud y fundador del partido Tikva Hadasha, designado como el próximo ministro de Justicia, difundió un mensaje amenazante que recibió: “Si Dios quiere, este año será el funeral de tu hijo”.
