Ron Ben Yishai
Ron Ben Yishai.
Ynet
Crecen las tensiones en el conflicto israelí-palestino.

La juventud palestina perdió el miedo y la tercera intifada ya llegó

Análisis. A diferencia de las anteriores, se impuso gradualmente. Algunos de sus motores: la incitación a través de TikTok y las políticas de Ben Gvir que aumentan la motivación para el terrorismo. Para frenar la violencia Israel debe fortalecer la economía palestina y ser más creativo en sus métodos de lucha.

Ron Ben Yishai - Adaptado por Tom Wichter |
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La operación del Shin Bet y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) del miércoles en Nablus fue en apariencia exitosa, ya que tres personas buscadas por actos terroristas y que estaban planificando nuevos ataques fueron eliminadas y la misión se completó sin rasguños para los combatientes israelíes.
Pero además de los tres buscados otros ocho palestinos murieron y cerca de un centenar resultaron heridos, algunos de ellos de gravedad. Por eso, por estas horas, en las calles palestinas de Gaza, Cisjordania y Jerusalem Este reina un clima de venganza. La incitación en redes alimenta el fuego y deriva en terrorismo. Pocas horas después del operativo en Nablus hubo disparos de cohetes desde Gaza y en la mañana del jueves una mujer palestina intentó apuñalar a guardias de seguridad en la zona de Maaleh Adumim, en los suburbios orientales de Jerusalem.
Todo indica que no habrá más disparos desde Gaza porque la prioridad de Hamás es mejorar la situación económica de sus residentes, beneficiada por los permisos de trabajo que otorga Israel a miles de trabajadores gazatíes. Hamás tampoco está interesado en recibir bombas israelíes que destruyan sus activos militares. Pero es probable que haya ataques individuales inspirados en el sentimiento de venganza. Tal vez, incluso, ataques mortales con muchas bajas. Por eso el estado de alerta máxima de las fuerzas de seguridad en Jerusalem Este y en los asentamientos de Judea y Samaria.
La experiencia indica que si logramos pasar este fin de semana en paz, los disturbios palestinos disminuirán hasta que un próximo evento vuelva a encender las llamas, ya sea un ataque palestino o una contramedida importante por parte de las fuerzas israelíes en el corazón de una ciudad palestina. Cuanto antes entendamos que la tercera intifada ya está en marcha, mejor: los ciudadanos seremos más cuidadosos y los políticos entenderán que las retóricas incendiarias, útil para sumar votos, también provocan muertos y heridos en ambos bandos.
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Intifada
Intifada
Crecen las tensiones en el conflicto israelí-palestino.
(Ynet)
La tercera intifada es más difícil de percibir que las dos anteriores porque no comenzó con un hecho puntual, como el camión militar que atropelló a nueve palestinos en 1987 y dio inicio a la Intifada de las Piedras, ni el ascenso de Ariel Sharon al Monte del Templo en septiembre de 2020 que encendió la Segunda Intifada, la más terrible de todas por la cantidad de atentados suicidas que soportó Israel.
La intifada actual comenzó hace aproximadamente un año con disturbios y ataques inspirados en redes sociales, especialmente TikTok, y se acelera de manera gradual. Esta escalada lenta es generada principalmente por la debilidad de los mecanismos de seguridad de la Autoridad Palestina, el enojo de una juventud palestina por la corrupción e incompetencia de sus gobernantes y las acciones del ejército israelí. Las redes sociales alimentan la ira y provoca que los jóvenes palestinos pierdan el miedo. El aumento de la disponibilidad de armas de fuego también forma parte de un círculo de factores que se retroalimentan.
Las redes sociales son un factor de incitación a la violencia que Israel y la Autoridad Palestina enfrentan con impotencia. Es lo que hace perder el miedo a la juventud palestina. Por absurdo e inhumano que suene, jóvenes de Nablus, o del campo de refugiados de Jenín, o de barrios de clase media-alta de Jerusalem Este; están dispuestos a arriesgar sus vidas por un rato de fama en TikTok. Juegan a esconderse con un arma y disparar contra combatientes israelíes, conscientes de que del otro lado rige la instrucción de abrir fuego en estos casos, condenándose a sí mismos a una pena de muerte. La disuasión de las FDI va perdiendo efecto. En 2022 murieron 162 palestinos por disparos del ejército israelí, y en estos dos meses del año ya hubo 61.
Además de que ya no disuade, la intensa actividad antiterrorista del último año está pasando factura a las fuerzas de seguridad. Las FDI mantienen 26 batallones activos en Judea y Samaria, la policía despliega cada fin de semana a miles de oficiales en Jerusalem y el Shin Bet siente la carga de trabajo: si durante 2022 aproximadamente 3 mil palestinos fueron detenidos e interrogados, en los dos primeros meses de 2023 ya fueron más de 400. El Shin Bet y el servicio penitenciario están al límite de sus capacidades para mantener su estructura de investigaciones, juicios y transporte de detenidos, mientras las FDI continúan realizando arrestos todas las noches.
Cuanto antes entendamos que la tercera intifada ya está en marcha, mejor: los ciudadanos seremos más cuidadosos y los políticos entenderán que las retóricas incendiarias, útil para sumar votos, también provocan muertes en ambos bandos.
La escalada por el momento no arrastra masivamente a la población palestina a las calles. Una generación de adultos, principalmente padres de familia, todavía no se sumó al ciclo de violencia de sus hijos. Tal vez porque no tienen tiempo de hurgar en TikTok, o porque mantienen recuerdo de los horrores vividos en la Segunda Intifada. Además, a pesar del fracaso de la Autoridad Palestina, cientos de miles cuentan con un trabajo con el que mantener sus hogares, ya sea en Israel o Cisjordania. También se aplaca la masividad de esta intifada por la acción eficaz de las fuerzas de seguridad que logra, aunque con dificultad, aislar a los violentos y permitir que la mayoría silenciosa palestina viva con dignidad.
El principal factor que frena la violencia es el económico. El sustento que llevan a su casa los 160 mil palestinos de Cisjordania que trabajan todos los días en Israel es el freno más poderoso. No es de extrañar que los terroristas de la Guarida de los Leones, o del Batallón de Jenín, sean jóvenes desempleados. Sus actividades son financiadas por Irán, a través de Hezbollah y Hamás en Líbano. Vierten dinero en Cisjordania, y a veces armas.
En la Franja de Gaza la economía también es la principal barrera para la violencia. Si en algún momento el Shin Bet se opuso a que palestinos de Gaza ingresaran a trabajar a Israel por temor a atentados, el panorama hoy es diferente. Cada trabajador gazatí que ingresa a Israel, cuyo salario alcanza para mantener a varias familias, sabe que un ataque terrorista perpetrado por un gazatí haría que todos pierdan sus permisos de ingreso. La amenaza funciona. Es posible que exista un acuerdo tácito entre funcionarios israelíes y Yahya Sinwar, líder de Hamás en Gaza. Por ese motivo no fue Hamás quien disparó cohetes hacia Israel en las primeras horas del jueves.
En aproximadamente un mes se espera un aumento de la escalada, como cada año cuando comienza el ayuno del mes de Ramadán, una época del año en el que la dimensión religiosa del conflicto palestino-israelí se vuelve extremadamente explosiva. Ya es una tradición que musulmanes exclamen que “Al Aqsa está en peligro”, alegando que Israel intenta avanzar en su control sobre el Monte del Templo, y tampoco faltan judíos que llegan hasta esa zona de mezquitas de Jerusalem con actitudes provocadoras. Si a finales de febrero los disturbios están en apogeo, la escalada de Ramadán se estima que este año serán muy importantes.
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Ben Gvir
Ben Gvir
Itamar Ben Gvir, parlamentario de extrema derecha y ministro de Seguridad Nacional.
(Amit Shabi)
Los conflictos de convivencia entre colonos israelíes y residentes palestinos en Judea y Samaria, la retórica de algunos elementos del gobierno de derecha, la política del ministro de Seguridad Nacional, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, que envía a sus policías a operaciones de arresto y amenaza con demoler casas; son factores que agitan el terreno. Esta postura del ministro genera desgaste policial y no reduce las motivaciones terroristas, sino que la alimentan porque la excesiva actividad policial produce rabia y deseo de venganza. Incluso en niños de 13 años, como hemos visto. El gobierno debe considerar políticas como la de las FDI, que intentan dañar a las células terroristas y evitar daños a las personas no involucradas.
¿Qué más se puede hacer por el momento? Israel debe fortalecer a la Autoridad Palestina y presionar para que sean sus fuerzas de seguridad las que lleven calma el terreno, y que no sean las FDI las que tengan que entrar en Nablus, Jenín u otros focos de fricción en los que cada vez más palestinos pueden morir.
Por otro lado, el Shin Bet y las FDI deben trabajar en conjunto para neutralizar la incitación desde las redes sociales. Cuando se identifica un peligro por esta vía, si se trata de un menor de edad, sus padres deben enterarse de cuáles podrían ser las consecuencias de un ataque contra objetivos israelíes. Si es un adulto, se lo intenta “convencer” e incluso se lo puede arrestar preventivamente.
También es importante detener las fricciones innecesarias en Jerusalem Este y controlar los conflictos entre colonos y palestinos en Judea y Samaria. Además, a nivel estratégico, las FDI y el Shin Bet deben encontrar métodos operativos que resulten en menos muertos y heridos palestinos. Este tipo de redadas, al parecer, forman parte de un modelo agotado: las muertes palestinas ya no son un elemento disuasorio, sino el motor que impulsa la tercera intifada.
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