Moshe Cohen
Moshe Cohen.
Ynet
La hostilidad a los israelíes en Catar es un reflejo de la falta de políticas para defender la imagen internacional de Israel.

La hostilidad a los israelíes en Catar y la imagen internacional de Israel

Opinión. Israel falla a la hora de comunicar su narrativa a las naciones vecinas. Un Ministerio de Información podría ayudar a mejorar la percepción del país en la región y el mundo.

Moshe Cohen - Adaptado por Tom Wichter |
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Las hostilidades que sufren los periodistas israelíes que cubren la Copa del Mundo y los aficionados que viajaron a Catar nos recuerda algo que la mente tiende a suprimir: nuestra imagen de asesinos entre las sociedades de Medio Oriente, construída en base a incitaciones al odio, lavados de cerebro y deslegitimaciones sistemáticas.
Esto se puede observar desde hace muchos años en los medios de comunicación y en las redes sociales de todo el planeta, y ocurre mientras la prensa israelí está abocada casi exclusivamente a asuntos domésticos. La sociedad israelí, por su parte, prácticamente ignora las noticias, los eventos, las percepciones y los estados de ánimo de los países vecinos, una situación exacerbada por las diferencias de idioma y cultura.
Esta ceguera voluntaria de vez en cuando se estrella contra las rocas de la realidad. Sin embargo, a nivel estatal y gubernamental los responsables de defender la imagen de Israel esconden la mugre debajo de la alfombra. La defensa de la legitimidad internacional de Israel es un pilar de la seguridad nacional y un asunto estratégico no solamente en tiempos de guerra, sino también en días más tranquilos.
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Catar Palestina
Catar Palestina
La hostilidad a los israelíes en Catar es un reflejo de la falta de políticas para defender la imagen internacional de Israel.
(AP)
Los diversos gobiernos israelíes descuidaron durante años la función de los voceros y los departamentos de información de sus ministerios, y fracasaron una y otra vez en el abordaje adecuado de la narrativa sionista e israelí en la región. Esto se debe principalmente a falta de presupuestos, mala coordinación y un foco de atención puesto únicamente al interior del país, lo que genera una falta de gestión efectiva a nivel estratégico.
Es cierto que en momentos de crisis, como en grandes operativos militares, los voceros de los ministerios y las fuerzas de seguridad saben trabajar en conjunto. Pero son parches. En cuanto termina la crisis, todos se abocan a apagar el siguiente incendio y descuidan los problemas fundamentales de la Hasbará, la información que defiende la legitimidad israelí en el extranjero.
Israel necesita una figura que lidere la hasbará cuyo rol sea conectar a todas las fuerzas, atar todos los extremos y configurar un discurso israelí integral y bien administrado. Los instrumentos discursivos de un gobierno deben ser un todo mucho mayor que la suma de sus partes. En el país hay un excelente potencial humano y una gran abundancia de habitantes que hablan lenguas extranjeras, especialmente árabe y persa. Un manejo adecuado de la hasbará debe aprovechar esta fortaleza para inundar los estudios de emisoras extranjeras y las redes sociales con mensajes directos a las poblaciones, en su idioma y sin mediación de los responsables de la comunicación de los países enemigos.
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Aficionados viendo el Mundial de Catar
Aficionados viendo el Mundial de Catar
La Copa del Mundo en Catar es la primera que se realiza en Medio Oriente.
(Foto: AFP)
El asesor de comunicaciones del primer ministro no puede ser también el jefe de la Oficina Nacional de Hasbará. Esta pesada tarea debe recaer en un profesional sin afiliación política, que se ocupe de una visión global de las necesidades del Estado, y prescinda de tratar cuestiones personales o intereses políticos, especialmente en contextos de polarización política y cambios frecuentes en el gobierno que provocan inestabilidad en la defensa nacional.
Se debe reconocer la importancia del tema y llevarlo a un nivel superior: un ministro de Hasbará a tiempo completo. Este ministerio debe ser una autoridad de todos los voceros gubernamentales y estatales, y ocuparse del posicionamiento y la marca de Israel en la arena internacional. Determinará los estándares profesionales de los voceros del resto de los ministerios y autoridades estatales, y liderará una búsqueda de soluciones creativas a necesidades cambiantes.
Por supuesto que un ministerio no será la solución mágica a todos nuestros problemas de imagen en el extranjero, pero es nuestro deber esforzarnos al máximo para cuidar nuestra imagen y la legitimidad de nuestra existencia, e influir de todas las maneras posibles en las conciencias populares que nos rodean.
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