Mientras tanto, Israel intentó sumar a otros países a la lucha contra el avance nuclear iraní, pero con escaso éxito. En 2005 hubo un cambio: según un informe del periódico alemán “Die Zeit”, la organización alemana homóloga al Mossad, logró reclutar a una fuente de alto rango del proyecto nuclear iraní. Se le dio el nombre clave “Delfín” y por distintos motivos operativos, los alemanes decidieron que la CIA también lo activara.
“Delfín” tenía acceso a materiales ultra secretos, y tenía también un sueño: desertar y pasar a vivir a Occidente. El plan era que en la primera etapa su esposa e hijos serían sacados de Irán, y con ellos una computadora portátil con materiales secretos, incluido un bono especial: el plano de la cabeza nuclear que Irán planea montar sobre sus cohetes. En la segunda etapa, unos días después, “Delfín” encontrará algún congreso científico en el mundo, se unirá a su familia, y todos vivirán felices.
La primera etapa del plan funcionó a la perfección, y la familia con la computadora llegaron a Alemania. Pero entonces, algo se complicó. El “Die Zeit” reveló la semana anterior que los iraníes sospechaban de “Delfín” y fue arrestado, torturado y ejecutado. EE.UU. y Alemania afirmaron cada uno que la inoperancia del otro provocó la detección del agente de elite.
Rápidamente se supo que la computadora portátil contenía materiales del tipo con que sueñan las organizaciones de servicio secreto: planes para la construcción de una bomba y el diseño de un foso en la tierra de 300 metros de profundidad, como el que se utiliza por lo general para pruebas de armas nucleares.
En Israel estaban satisfechos. Aparentemente el mundo ya había entendido que Irán corría hacia la bomba y la campaña israelí podía considerarse un éxito. Pero entonces sobrevino un golpe, y desde una dirección completamente inesperada.
En noviembre de 2007 la comunidad de inteligencia israelí se despertó ante una pesadilla. La inteligencia americana publicó su evaluación nacional, que es la que determina en gran medida cómo se conducirá el sistema de seguridad de ese país, y estableció inequívocamente: Irán hace tiempo cesó todo desarrollo nuclear militar y trata solamente de formarse una imagen de potencia.
“Oye, ese fue un gran golpe, un trauma para nosotros, un asunto de inestabilidad desde el punto de vista de las relaciones entre ambas comunidades de inteligencia”, afirmó un alto funcionario de esa época. “Trabajamos con los americanos por largos años, compartimos materiales y operativos; y ellos repentinamente, y sin avisarnos, invalidan todo lo que decimos, y lo hacen públicamente. Fue una humillación internacional, que en realidad decía que todos nuestros argumentos eran fake news. Nos sentamos y nos tiramos de los pelos, eso por supuesto quien todavía los tenía”.
Olmert hervía, y envió a altos funcionarios de inteligencia a Washington para intentar cambiar lo malo de la sentencia. No lo lograron. La inteligencia americana estaba inmersa en su propio trauma: la afirmación de que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva, por la cual Occidente salió a invadir Iraq en 2003, se reveló como uno de los mayores errores de Inteligencia en la historia moderna.
El mundo se burlaba de los hombres del servicio secreto americanos, los medios los azotaban. En esas circunstancias no había demasiadas chances de que EE.UU. determinara que otro gobernante de Medio Oriente estaba en la carrera hacia las armas de destrucción masiva. Sí, aún con el precio de una crisis con su aliado cercano.
First published: 15:58, 16.10.19
